El anarquista Melchor Rodríguez, que ejerció como delegado de Prisiones al comienzo de la Guerra Civil, salvó de una muerte segura a prominentes figuras del franquismo
JOSÉ LUIS BARBERÍA 10/01/2009 1936-1939, 1940, 1941... España contra España, despiadadamente. En el tiempo en el que se desataron aquí todas las furias y el odio se instaló en las conciencias colectivas, hubo también valientes de moral íntegra, gentes de una pieza que enfrentándose incluso a sus propios correligionarios intentaron impedir la degollina. El anarquista Melchor Rodríguez García -Triana (Sevilla), 1893-Madrid, 1972-, militante de la CNT y de la FAI, delegado de Prisiones de la República, es de los que cuando la sangre llamaba a la sangre se jugaron la vida por impedir el asesinato de sus enemigos políticos.
La cita es en el Centro para Mayores de Leganés (Madrid). A Ricardo Horcajada, de 81 años, le cabe el raro honor de haber desplegado una bandera anarquista ante los ojos de algunos de los jerarcas del régimen de Franco y no haber sido detenido. "Con el miedo en el cuerpo", como dice él, extendió la enseña rojinegra sobre el féretro de Melchor Rodríguez el 14 de febrero de 1972 en el cementerio de San Justo de Madrid. Fue un entierro multitudinario y tan extravagante que, en plena dictadura, reunió a anarquistas y franquistas en un mismo duelo. "No hubo incidentes. Mi padre rezó, incluso, un padrenuestro por el alma de Melchor sin que nadie le hiciera un mal gesto", apunta Javier Martín, hijo de Javier Martín Artajo, antiguo parlamentario de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) en la República y más tarde diputado por designación del dictador en las Cortes franquistas. De acuerdo con ese testimonio, Javier Martín Artajo vistió durante el entierro una corbata con los colores anarquistas en justa correspondencia con el gesto de besar la cruz que Melchor Rodríguez había realizado en su lecho de muerte. "Vale, ya que te empeñas, yo beso ese trozo de madera, pero tú te comprometes a ponerte una corbata anarquista". Así quedó sellado el trato....
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