NATALIA JUNQUERA 17/01/2009 El chico de la imagen en blanco y negro murió cinco días después de haberse hecho esa fotografía, que le pedían para el servicio militar obligatorio. Tenía 21 años, se llamaba Enrique Ruano y falleció al caer desde un séptimo piso, mientras estaba custodiado por tres policías de la Brigada Político Social de Franco, el 20 de enero de 1969, en Madrid. El régimen mantuvo entonces que aquel estudiante de Derecho, miembro del Frente de Liberación Popular -que había escogido como herramienta "para cambiar el mundo"-, se había suicidado. Que, en un descuido, había conseguido zafarse de los tres agentes armados que previamente le habían torturado; que había recorrido el diminuto piso de la calle del General Mola, hoy Príncipe de Vergara, en el que buscaban pruebas incriminatorias, sin que ninguno lograra contenerle; y que se había arrojado por la ventana. Cuarenta años después, las dos mujeres que, delante de la puerta de la Justicia, frente al Tribunal Supremo, parecen sostenerse la una sobre la otra, como vienen haciendo desde aquel 20 de enero, mantienen que fue un asesinato. Son Margot Ruano y Lola Ruiz, la hermana y la novia del estudiante defenestrado.
No sólo ellas. Pasado mañana, en el homenaje por el 40 aniversario de la muerte de Ruano, volverán a repetirlo su profesor de entonces, Gregorio Peces-Barba; su amigo y compañero de clase, el abogado José María Mohedano; el letrado que intentó hacerle justicia 21 años después de la muerte del dictador, José Manuel Gómez Benítez, actual miembro del Consejo General del Poder Judicial, o su psiquiatra, hoy catedrático de la Real Academia, Carlos Castilla del Pino, entre otros. Con el dolor que producen los aniversarios de las injusticias, pero con el firme propósito de que los jóvenes conozcan a aquel chico que murió luchando por los derechos cívicos más elementales, lo que hoy se da por sentado....
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