15 de enero de 2014

Estimada Mª José ... recuerda que aunque a veces hay malas experiencias, nunca debes retroceder ni rendirte, quien persevera alcanza.
Joan Busquets i Verges. Exmaqui libertario del Berguedá 28/12/2013
"Muero contento, porque equivocado o no, muero por una idea" Manuel Barreiro dos días antes de ser fusilado 12/3/1939


sábado, 21 de febrero de 2009

Una página olvidada de la guerra

El documental «Memoria Camposancos» descubre la prisión gallega por la que pasaron cientos de asturianos

20/2/09 J. L. ARGÜELLES, Gijón. Cuando el escritor Juan Antonio Cabezas publicó sus memorias, en 1975, pocos eran los españoles que sabían algo de Camposancos. Quienes habían sobrevivido al espesor de sus muros y al frío de sus alambradas; quienes habían logrado librarse de la tinta de la lista de fusilados, llevaban años custodiando su silencio público por temor a nuevas represalias. Así, desde la memoria sepultada o desvanecida, creció el olvido sobre uno de los campos de concentración en los que cientos de asturianos purgaron, tras la toma de Gijón por las tropas franquistas en octubre de 1937, su fidelidad republicana.

Aquel hilo que Cabezas, redactor del periódico socialista «Avance» en los años de la guerra civil, dejó en sus escritos autobiográficos permitió a dos inquietos gallegos, Pepe Ballesta y Miguel Ángel Fernández, retomar el cabo de una historia que sólo ahora, casi setenta años después, empieza a conocerse. Ellos son los directores del documental «Memoria Camposancos», hora y media de indagación sobre una de las páginas de la represión franquista y sobre el paso de asturianos por cárceles y campos de concentración gallegos.

«Es un trabajo necesario, porque mi generación ha oído hablar poco de la guerra; durante la transición hubo un pacto de silencio que quizás fue necesario entonces, pero que ahora es innecesario», subrayó ayer Ballesta, que presentó su documental en «La memoria de los nietos», el congreso que estos días organiza en el centro integrado Gijón-Sur, en Pumarín, la asociación Todoslosnombres, con el apoyo del Ayuntamiento. «Es natural y ético que deseemos saber cosas», afirmó el director. Tiene 45 años. «El documental ha sido terapéutico, una catarsis para mucha gente que tuvo, por primera vez, la oportunidad de hablar».

Camposancos es una parroquia de La Guardia, en Pontevedra, en la frontera con Portugal. Allí fundaron los Jesuitas, ya en el siglo XIX, un colegio que inspiraría, nada menos, que las universidades de Comillas y Deusto. Tras la expulsión de la orden, en enero de 1932, el centro se incautó y fue destinado a diversos proyectos que se frustraron. Finalmente fue convertido en prisión. El alzamiento militar de 1936 triunfó rápidamente en Galicia y aprovechó las instalaciones para encarcelar a los republicanos prisioneros en el sucesivo desmoronamiento del frente del Norte. «Tras la caída de Gijón hay numerosos combatientes que tratan de huir y son apresados en alta mar; primero los llevan a Ribadeo y después a Camposancos», destacó Ballesta. Según sus datos, hay una primera fase en la que hay unos tres mil prisiones en el campo de concentración: más de la mitad asturianos.

«Era una reclusión muy dura, en condiciones de hacinamiento e higiene lamentables, pero, curiosamente, no se comía mal porque había huertas y una vaquería», relató el documentalista. Allí empezó a funcionar el tribunal militar número uno de Asturias y, como consecuencia, se multiplicaron los fusilamientos en el cementerio de La Guardia. Este campo de concentración (en Galicia hubo una decena de instalaciones de este tipo) se clausuró en marzo de 1939. El colegio-prisión fue vendido hace dos años a una inmobiliaria.

La investigación para filmar «Memorial Camposancos» arrancó en 1975. «Los Jesuitas colaboraron muy amablemente», recordó el director. Una obra fundamental para buscar testimonios fue «La libertad es un bien preciado», del investigador gijonés Marcelino Laruelo. Ballesta pudo llegar así a algunos de los últimos supervivientes del penal gallego, entre ellos el militar Avelino Fernández Cabricano. Cabezas había muerto dos años antes.

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