El 11 de diciembre de 1948 la ONU aprobó la Resolución 149, que proclamó el derecho de los palestinos a volver a sus hogares. Para entonces, Israel, en una labor de limpieza racial perfectamente planificada muchos años antes, había expulsado a la mayoría de los no judíos de Palestina. El Ejército israelí rodeaba las aldeas de campesinos indefensos, expulsaba a los habitantes no judíos, bombardeaba las casas y minaba las ruinas. La ONU no hizo cumplir sus órdenes y a Ben Gurion las cosas le salieron mucho mejor que a Milosevic.
Sesenta años más tarde a Israel se le permite incluso tener un arsenal nuclear, libre de inspecciones, y se le considera un Estado democrático. No niego que en Israel haya democracia para los judíos, igual que la había en Suráfrica para los blancos.
Pero quizá la llamada "comunidad internacional" debería obligar a ese país tan "democrático" a conceder algo tan elemental como es el derecho de sufragio a los cuatro millones de seres humanos a los que gobierna desde hace 40 años en Cisjordania y Gaza. Pienso que, si Israel fuera presionado por ese motivo, el problema de Oriente Próximo se desbloquearía y la paz verdadera, la que nace de la justicia, estaría más cerca.
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