Ahora que celebramos los 30 años de nuestra Constitución, quizás haya llegado la hora de revisar algunos conceptos, usurpados por las corrientes antidemocráticas, y algunos personajes de nuestra historia.
Éste es el caso de Negrín, que fue ministro de Hacienda de la República española durante la guerra, acusado de haber robado todo el oro del Estado y haberlo trasladado a Rusia. El propio Negrín se cuidó de preservar, en un banco francés, toda la documentación que justificaba que el gasto de estas reservas se había hecho para financiar los costos de la guerra y para alimentar al pueblo español. A pesar de la claridad de las cuentas, el doctor Negrín pasó a la historia como el ladrón del Oro de Moscú y no como el patriota que fue realmente. El patriotismo, entendiendo como el orgullo de pertenecer a una patria, es un concepto del que se ha apoderado la derecha gracias, en gran medida, a la laxitud con la que hemos cedido su titularidad la izquierda.
Ser patriota, como Negrín, consiste en defender la libertad y el progreso de tu pueblo. Por tanto, no debe excluirse del ideario de la izquierda. Es más, debería ampliarse a un patriotismo universal que, a través del orgullo que nos proporcione la diversidad de los pueblos de nuestro planeta, nos impulse a extender los mismos derechos que deseamos para nuestros compatriotas a todos los rincones de este planeta.
No hay comentarios :
Publicar un comentario