15 de enero de 2014

Estimada Mª José ... recuerda que aunque a veces hay malas experiencias, nunca debes retroceder ni rendirte, quien persevera alcanza.
Joan Busquets i Verges. Exmaqui libertario del Berguedá 28/12/2013
"Muero contento, porque equivocado o no, muero por una idea" Manuel Barreiro dos días antes de ser fusilado 12/3/1939


viernes, 19 de septiembre de 2008

"Carta abierta a mi abuelo Enrique" de Ana Mª Aller (Comisión de familiares pola memoria e dignidade do 36 de Mos)

Carta abierta a mi abuelo Enrique
Querido abuelo:
Me llamo Ana, tengo 43 años y es la primera vez que puedo escribirte; porque hasta hoy, desconocíamos tu paradero. Te hemos buscado durante 71 años. Primero tus hijos, ahora tus nietos y por fin, hemos dado contigo. No ha sido fácil, te lo aseguro, aquellos que tu sabes se encargaron bien de ponernos todo tipo de trabas. Dejaron que transcurriera demasiado tiempo y el paso de los años se fue llevando las voces, de quien de primera mano nos podía contar tu verdad. Otras, se encargaron de silenciarlas segando sus vidas y las que más callaban llenas de dolor y miedo, haciendo casi imposible que pudiésemos llegar a ti.

Nuestra victoria ha sido fruto del cariño y el respeto hacia ti, y a la abuela Ofélia. Esos sentimientos empujaron a tus hijos a negarse a olvidar tu recuerdo y a enseñar a tus nietos a pronunciar tu nombre con orgullo. Para que tarde o temprano se le devolviese la dignidad a un hombre honrado, trabajador y bueno que defendía lo que creía justo y de ley. Qué nada hizo ilegal pues defendiste, a pesar de lo que algún historiador fascista quiera contarnos, un gobierno legal y democrático, elegido en las urnas.

Te arrancaron de nuestro lado los delincuentes, asesinos, chivatos y traidores, tapando con décadas de silencio la más mínima posibilidad de recuperar siquiera tu nombre. Mientras ellos, los Maceiras, Enriqueta, Ceferino o el rabioso gozaban de prebendas ganadas, con sangre inocente.

No fuiste el único, tus hermanos Manuel y Alfonso también fueron asesinados. Tu tío Benito encarcelado 10 años en Pamplona. Tu tía Amadora 4 meses en la cárcel. Tu madre, Carmen Gómez “a carabillona”, en la que el dolor y la rabia consiguieron matar en ella, cualquier atisbo de sentimiento. Tu padre Enrique Acuña que aunque nunca te dio su apellido, murió de pena diez meses después de haber ido a reconocer tu cadáver. Tu hermano Antonio exiliado en Brasil donde murió sin volver jamás a España.

Tus hijos Carmen de diez años, Enrique Guillermo de ocho, Celia de seis y Carlos de quince meses, solos y desvalidos, criándose cada uno como pudo hambrientos y señalados y tus nietos privados de tus enseñanzas, tu rostro y tus caricias. Esas caricias que te llevaste apretadas entre los puños el día que caíste abatido por aquellos asesinos, como sí de una alimaña se tratara con heridas múltiples y mortales de armas de fuego en Louredo -Mos, en el margen izquierdo de la carretera de Porriño a Redondela aquel 12 de julio de 1937.

Pero sobre todo ella, Ofélia Weninger da Costa, a la que maltrataron, vejaron, humillaron y violaron, cada vez que la interrogaban para saber de tu paradero. Mujer valiente, siempre callada para salvaguardar la vida, del padre de sus hijos, con la esperanza de que un día volvieras a su lado. Cuando esa posibilidad se desvaneció, el dolor y la impotencia la transportaron, se refugió, en un mundo de locura triste y pacifica del que solo salía para abrazar a sus hijos y llorar. Murió pocos años más tarde.

Todos de una manera u otra, hemos sido víctimas, de aquellas bestias erigidas en salva patria, que en nombre de un dios impasible ante la barbarie y una patria nueva, cruel, sangrienta e ilegal, fueron segando la vida de hombres honrados y aplastaron cualquier posibilidad de libertad.

Aplicaron la razón de la fuerza y ganaron. Los representantes de su dios bendijeron su victoria y pasearon bajo palio al mayor genocida que ha conocido nunca este país.

Victoria de la fuerza, pues la victoria de la razón es vuestra. Os creían olvidados, pero nunca, consiguieron acallar, los susurros escondidos que en cada casa y al abrigo de la noche, siguieron pronunciando con orgullo vuestros nombres, que quedaron grabados en nuestra memoria para siempre, asi, como el indigno nombre de los asesinos.
Hoy tres décadas después de la muerte del dictador y con la ley en la mano
Reivindicamos la dignidad de tu nombre. Enrique Gómez “o Acuña” hijo amado, aunque sin su apellido de Enrique Acuña Barciela y de Carmen Joaquina Gómez Lores “a carabillona” natural de Riomao Lavadores, de profesión albañil, tienes un sitio (osario general del cementerio de Mos carretera de Porriño a Redondela) tienes un sitio donde por fin tus hijos, nuera, nietos y demás familia, podemos llorarte y rendirte honores. Por buen hijo, esposo, padre y abuelo, pero sobretodo por ser hombre honrado, cabal y valiente.

La justicia si llega tarde no es justicia, así que no me pidan que perdone ni mucho menos que olvide, no lo hare nunca, pero a partir de hoy cerrare mis heridas y conviviré en paz, con todos aquellos que piensen diferente, porque tu ejemplo de demócrata y hombre justo y libre así nos lo enseño.

Gracias por todo abuelo, recibe allí donde estés todo el cariño de tu familia que te quiere y no te olvida, yo te mando un beso y te digo que seguiré reivindicando la justicia histórica y la memoria de todos aquellos que como tu dieron su vida por la democracia y la libertad. Hoy y siempre. Hoy y siempre.
Tu nieta
Ana Mº Aller Gómez

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