La Asociación por la Memoria Histórica ha localizado la correspondencia en la que se detalla el traslado de cuerpos
12 de julio de 2009
LUCAS MARTÍN. MÁLAGA La recuperación de la memoria histórica, sitiada durante años por el miedo y las represalias, no sólo entiende de exhumaciones y golpes de tierra. Desde que las instituciones de la provincia se pusieran de acuerdo para rescatar los fragmentos deslavazados de lo ocurrido en el antiguo cementerio de San Rafael, el mayor cadalso de la Guerra Civil y el franquismo, la Asociación por la Memoria Histórica ha acompañado la labor de campo con el rastreo sistemático de los archivos. Su trabajo, bibliófilo y paciente, empieza a dar frutos y a reconstruir capítulos desmembrados del relato oficial de la época, como el traslado de restos de republicanos al Valle de los Caídos.
De la evacuación y la sepultura de fusilados en el faraónico templo de Franco se sabía muy poco hasta el momento. Lo único que había salido a la luz era el testimonio del régimen, que solicitó los cuerpos de las víctimas, "sin distinción del campo en el que combatieran", según consta en las hemerotecas. La investigación del colectivo, comandada por el historiador Francisco Espinosa, ha permitido documentar el traslado con todo tipo de detalles, al menos en lo que respecta a Málaga.
Los papeles, a los que ha tenido acceso a este periódico, revelan como pocos textos la burocracia y la retórica del régimen. El número de evacuados, con nombres y apellidos, se cifran en 34, la mayoría combatientes del bando nacional, pero los indicios apuntan a miles de malagueños. En San Rafael, consta en los archivos la inhumación de un millar de republicanos en una parcela del Patio Civil en la que no se ha encontrado nada. La hipótesis más verosímil mira al Valle de los Caídos, donde yacen alrededor de 30.000 cuerpos de represaliados.
Los traslados al complejo de Madrid se iniciaron a finales de 1958, meses antes de su pomposa inauguración. mediante una circular remitida por el Ministerio de Gobernación en la que se ordenaba el movimiento "inmediato" de restos de ambos bandos. Según la visión de los expertos, el régimen no quería que el mastodóntico monumento, uno de sus mayores mecanismos de afirmación, quedara exento de nichos y planteó una evacuación sin más distinción, en teoría, que la condición de "españoles" y "católicos".
En el extenso epistolario que ilustra el traslado y conecta al Gobierno Civil de Málaga con las altas instancias de Madrid se justifica la decisión con alusiones al "espíritu cristiano de perdón". Una afirmación que contrasta con el tratamiento desigual que recibieron los restos de republicanos y fascistas. Los primeros fueron sepultados con el consentimiento de las familias y la remisión de recibos en los que se especificaba el lugar exacto de su ubicación en el templo y los segundos, de manera conjunta y sin identificar. De ahí las dificultades para conocer su número exacto.
Los archivos analizados por Espinosa dan cuenta de la prolijidad de la operación, que incluyó una correspondencia continua entre el Ministerio de Gobernación, las autoridades provinciales y los párrocos y alcaldes de cada ayuntamiento. Incluso, aparece la medida exacta que debía tener cada caja y la factura de la confección de nichos y el traslado, que ascendió a 65.000 pesetas y fue encargada a la empresa de pompas fúnebres Jesús del Gran Poder, situada en la calle Molina Lario.
La evacuación no fue sencilla. El régimen solicitó una relación detallada de los enterramientos de cada municipio y muchos se negaron tras contactar con las familias de los fallecidos. El Ayuntamiento de Málaga, por ejemplo, alegó la construcción de la cripta de la Catedral, donde reposan los cuerpos del bando nacional, lo que obligó a recular a Madrid y detallar la necesidad del consentimiento.
En el marasmo de documentos aparece también la negativa de un familiar, que se retracta de su decisión inicial al conocer que los restos de sus fallecidos iban a compartir el templo "con los rojos". El número de republicanos que yacen allí continúa siendo un misterio, pero los archivos han permitido localizar nuevos enterramientos.
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