Lau haizetara bidean
Izaronews 20-07-2009
Aquel 18 de julio de 1936 cambió la vida a millones de hombres y mujeres de Euskal Herria y de los pueblos del Estado español. Un grupo de militares, con la complicidad de los terratenientes, las clases adineradas y la jerarquía de la iglesia católica, se alzaron contra la legitimidad de la voluntad popular, con el fin de eliminar sistemáticamente, cualquier esperanza de construir una sociedad basada en el respeto a los derechos sociales, económicos, civiles y políticos de los pueblos y naciones del Estado español.
Izaronews 20-07-2009
Aquel 18 de julio de 1936 cambió la vida a millones de hombres y mujeres de Euskal Herria y de los pueblos del Estado español. Un grupo de militares, con la complicidad de los terratenientes, las clases adineradas y la jerarquía de la iglesia católica, se alzaron contra la legitimidad de la voluntad popular, con el fin de eliminar sistemáticamente, cualquier esperanza de construir una sociedad basada en el respeto a los derechos sociales, económicos, civiles y políticos de los pueblos y naciones del Estado español.
GENOCIDIO Y CRIMEN DE LESA HUMANIDAD.
El objetivo perseguido por los militares fascistas, fue el de aniquilar sistemáticamente aquellos sectores de la población que por su condición de republicanos, socialistas, anarquistas, comunistas, laicos, ateos, vascos, catalanes o galegos..., representasen un “peligro” para la España nacional-católica. Estos militares golpistas, y los políticos fascistas que les auparon, cometieron cientos de miles de asesinatos, construyeron miles de fosas comunes (hasta el momento han sido localizadas 284) en las que enterraron decenas de miles de ciudadanos/as, provocaron decenas de miles de desaparecidos, cientos de miles de muertos por hambre y la enfermedad, cientos de miles de exiliados (Casanova, J., 2002), millones de desplazados, decenas de miles de internados en campos de concentración y exterminio (Rodrigo, J.; 2006)..., y una represión cultural y lingüística brutal sobre pueblos y naciones de la Península.
Nunca, hasta entonces, se había conocido en la historia contemporánea del continente europeo, una campaña militar de exterminio, un acto de genocidio, de tal calibre y brutalidad. Ante toda esta realidad, los poderes públicos y los agentes sociales, políticos y sindicales, estamos obligados a intervenir, con el fin de que se haga justicia y se implementen medidas reparadoras, incluidas las consiguientes mecanismos de garantía para su no repetición, y restituir la deuda contraída con las libertades republicanas, los/las ciudadanos/as que las defendieron y nuestro compromiso con el respeto de los derechos civiles y políticos de las futuras generaciones.
Esta responsabilidad y compromiso, se hace extensible a la COMUNIDAD INTERNACIONAL, ya que, no lo olvidemos, la guerra de exterminio y el genocidio cometido, no hubiera sido posible, sin la IMPLICACIÓN DE LAS POTENCIAS EUROPEAS, esto es, (1) sin la participación directa de Alemania e Italia, y la implicación de Portugal, que intervinieron con total impunidad, aportando armas, aviación y tropas regulares (adiestradas y perfectamente equipadas), y (2) los gobiernos de la Francia de L. Blum y de la Gran Bretaña de S. Baldwin y de A. Chamberlain, que facilitaron la intervención de las potencias del eje, a través del “pacto de no intervención”, que en la práctica derivó en una política activa de los gobiernos Francés y Británico en contra, incluso, de la prestación de ayuda humanitaria para la población civil desplazada y exiliada, que huía del genocidio franquista. Esta implicación de las potencias europeas, con sus correspondientes responsabilidades, por acción u omisión, están documentadas y perfectamente tipificadas en el derecho penal internacional.
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SUPERACIÓN DE LAS HERENCIAS DEL RÉGIMEN FRANQUISTA
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