15 de enero de 2014

Estimada Mª José ... recuerda que aunque a veces hay malas experiencias, nunca debes retroceder ni rendirte, quien persevera alcanza.
Joan Busquets i Verges. Exmaqui libertario del Berguedá 28/12/2013
"Muero contento, porque equivocado o no, muero por una idea" Manuel Barreiro dos días antes de ser fusilado 12/3/1939


sábado, 25 de abril de 2009

El Vaticano beatifica a los criminales de guerra

Tanto para el Vaticano como para los nazis, la católica Croacia, rodeada de ortodoxos y musulmanes, fue siempre un perla. A partir de 1941, cuando los nazis disolvieron Yugoslavia, la Iglesia católica se vinculó estrechamente al Estado títere dirigido por los ustachis. Alentados por el Vaticano, que vio una oportunidad inmejorable de aumentar su influencia en la zona, los miembros de la Iglesia croata no solo bendijeron al nuevo régimen, sino que participaron directamente en las matanzas.

Al comienzo de la II Guerra Mundial los nazis utilizaron a los ustachis croatas para crear un Estado títere con un filonazi -Ante Pavelic- como presidente. Además de nazi, Pavelic era un ferviente católico y visitante regular del Vaticano y el Papa. Los ustachis croatas también enviaron tropas al frente soviético para luchar contra el Ejército Rojo, pero los problemas empezaron a surgir pronto con las milicias que quedaron dentro de Croacia. Fanáticos y violentos, los ustachis católicos comenzaron a asesinar a los antifascistas y, de paso, también a los gitanos, homosexuales, serbios (de religión ortodoxa) y judíos. Los sacerdotes católicos cambiaron la sotana por el uniforme de los temibles escuadrones de la muerte, dirigieron los asaltos más brutales y practicaron torturas que nunca antes se habían visto en el siglo XX.

El régimen ustacha fue el más sanguinario de toda la Europa ocupada. No hubo límites a las salvajadas cometidas contra la población civil. Incluso había campos de concentración exclusivamente para niños. El historiador francés Edmond Paris calcula el número de muertos en más de un millón de personas (1), lo que, comparativamente con el total de la población, hace que las masacres cometidas por los ustchis fueran las mayores de todas, muy superiores a los nazis. La dominación católica sobre el país no es ajena a esa circunstancia.

Los campos de concentración son un invento cristiano que los nazis heredaron. En Skitópolis (Siria) los cristianos inventaron en el año 359 el primer campo de concentración que registra la historia.

En los años 1942 y 1943 en Croacia existieron numerosos campos de exterminio, creados y mantenidos por los ustachis católicos de Pavelic: Lobor, Jablanac, Mlaka, Brescica, Ustica, Stara Gradiska, Jastrebarsko, Gornja Rijeka, Koprivnika, Pag y Senj. El más conocido de estos campos fue el de Jasenovac, dirigido por el fraile franciscano Filipovic Miroslav. Sus víctimas le conocían por el sobrenombre de Majstorovic y fue nombrado capellán del ejército después del establecimiento del Estado títere croata, participando en las conversiones forzosas y masacres. Él mismo contó cómo participó en la masacre de Drakulic, cerca de Banja Luka. Según su propio testimonio, su primera víctima fue un niño que mató con sus propias manos mientras les decía a los ustachis presentes: Ustacha, yo rebautizo a estos degenerados en el nombre de Dios y ustedes deben seguir mi ejemplo.

En la jerga ustacha la expresión rebautizar aludía a una ceremonia con sangre y no con agua porque, por su condición de cristianos ortodoxos, los serbios no necesitaban el bautismo para entrar en la Iglesia católica.

Por su reconocido celo los ustachis le nombraron comandante del campo de Jasenovac en junio de 1942, donde sirvió hasta octubre del mismo año. Durante esos cuatro meses más de 30.000 personas fueron asesinadas. Este campo de exterminio ha pasado a la historia como el tercero en cuanto a número de masacrados: entre 300.000 y 600.000 en un país diminuto. Los frailes de Jasenovac no necesitaron nunca el asesoramiento nazi puesto que disponían de mejores profesores y, además, vestían el mismo hábito. Como disponían de suficientes cobayas, asesinaron con una gran variedad de métodos, desde clavar astillas de madera en el paladar hasta obligar a unos presos a que se mataran mutuamente con un martillo pilón.

Majstorovic fue acusado de crímenes de guerra y en su juicio admitió haber supervisado el exterminio de más de 30.000 prisioneros. El franciscano contó: Durante mi estancia en el cargo, de 20.000 a 30.000 prisioneros fueron liquidados en Jasenovac de acuerdo a mis papeles [...] en su mayoría gitanos, judíos y serbios de las montañas Kozara [...] Algunas veces participé en las liquidaciones [...] admito haber matado a 100 prisioneros personalmente en el campo de Jasenovac y en Stara Gradiska....

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