La necesidad de acreditar la descendencia canaria para acogerse a la ley de nietos ha causado un aluvión de cartas y emails, sobre todo de Cuba, que tiene desbordado al Archivo Diocesano de La Laguna. La misión: lograr las partidas de bautismo de los abuelos para optar al pasaporte español.
DANIEL MILLET. LA LAGUNA. Al Obispado de Tenerife de Buenavista del Norte. Su excelencia. Le he escrito a más de 277 iglesias y parroquias y a los 53 registros civiles de las dos provincias canarias tratando de localizar el lugar de nacimiento de mi abuelo. Le suplico que me ayude porque esto es indispensable para mi familia. Somos personas de pocos recursos". "Ante todo quiero disculparme por ocuparle parte de su precioso tiempo, pero necesito de su valiosa ayuda para que me proporcione una partida de bautismo de mi abuelo José. Confiando plenamente en su bondad. Estefanía". "Paz y bien en el señor. Soy nieto de españoles y deseo acogerme a la nueva ley y solicitar la ciudadanía española. Mi abuelo Camilo es de Hermigua, La Gomera...".
Los textos se parecen, incluso errores como el del Obispado de Buenavista del Norte, pero lo que más se repite es la petición: el certificado de bautismo de los abuelos. La entrada en vigor el 31 de diciembre de la conocida como ley de nietos, una disposición de la Ley de la Memoria Histórica que por un plazo de dos años -prorrogable a uno más- permitirá adquirir la ciudadanía española a más de 100.000 descendientes de exiliados canarios, ha producido un aluvión de cartas que se acumulan en el Archivo Histórico Diocesano de La Laguna. Las partidas son esenciales para acreditar la descendencia canaria y lograr el codiciado pasaporte. La mayoría, a las que corresponden los extractos del principio, proceden de Cuba y muchas denotan la desesperación por dejar el paraíso de Fidel. Todavía no hay datos precisos pues la medida acaba de arrancar, pero misivas y correos electrónicos se han multiplicado y son ya más de 400 los que aguardan en las estanterías.
"Mira esta. Pone en el encabezado en el 50 aniversario de la revolución cubana", comenta en la sede del Archivo Diocesano, en la lagunera calle Anchieta, su director Miguel Ángel Navarro, rodeado de cartas. Para él lo hacen por si las autoridades cubanas abren el sobre. Otro elige uno con dibujos del Che, aunque lo habitual son las palabras grandilocuentes hacia las autoridades eclesiásticas de la Diócesis Nivariense. Al propio Navarro, cuando era párroco de San Sebastián de La Gomera, lo llegaron a llamar arzobispo en una de ellas. Detrás de él están los dos técnicos que coordinan el proceso, Vilehaldo Arzola y Victoria Ramos. Ambos detallan que hay descendientes de emigrantes, como uno de los ejemplos superiores, que mandan la misma carta a todas las parroquias; que éstas las reenvían al Archivo, porque es aquí donde se centraliza el proceso, y que las solicitudes no sólo llegan de Cuba, sino también de Venezuela, Argentina, otros países de Sudamérica a donde emigraron los canarios, Estados Unidos y muchas desde el propio territorio nacional. Ahora más que nunca se pregunta por los abuelos, si bien siguen presentándose en el Archivo personas que se dedican al lucrativo negocio de localizar propiedades de emigrantes. La comisión es jugosa y hay grandes expertos, detalla Navarro.
Las cartas esperan turno en Canarias, mientras los descendientes de españoles se ven abocados a soportar larguísimas colas en el Consulado de España próximo al Malecón de La Habana. Allá están acostumbrados, aunque la nueva opción que les permite la Ley de la Memoria Histórica ha roto la paciencia de muchos. Lo dice en conversación telefónica desde la capital de Cuba Carmelo González Acosta, de 75 años y natural de Las Palmas. Él, presidente de la Asociación Canaria Leonor Pérez, conoce muy bien el proceso. "No sé cuántos canarios hay aguardando, pero le puedo asegurar que aquí serían más de 50.000 los que podrán acogerse a esta medida", explica, para añadir: "Mire, ya se han pedido 65.000 solicitudes cuando no ha pasado mucho más de un mes y se están dando números para finales de 2010, cuando termina el plazo. El Consulado está desbordado".
Impregnado totalmente ya de esa característica cadencia tropical, Carmelo aclara que no todos, "ni mucho menos", se quieren ir a Canarias. "Aquí hay gente que simplemente quiere tener el pasaporte español y otros que quieren marcharse a España u otros puntos del mundo y no necesariamente a las Islas. Hay de todo". De hecho, recuerda que un pasaporte español en Cuba
implica muchas cosas, entre ellas la posibilidad de entrar a Estados Unidos, como ha podido hacer uno de sus hijos previo paso por España. Uno de los grandes inconvenientes, aparte de las colas, es el acceso a interne. Por eso Carmelo entiende que son tantas las cartas que llegan desde Cuba. Además, cumplir con las condiciones legales no garantiza la obtención del pasaporte. Los requisitos son muchos y exigentes. "Hay que resolver mucho papeleo y eso aquí es tremendamente complicado si no tienes contactos en España".
Diplomáticos españoles calculan que podrán solicitar la nacionalidad hasta 400.000 cubanos, más del tres por ciento de los 11,3 millones de habitantes de esta isla sumida en una profunda depresión económica desde hace décadas. Un importante número -algunas estimaciones creen que más de los 50.000 que apunta Carmelo González- procede de Canarias. No es de extrañar que el primero que logró el pasaporte gracias a esta vía legal fuera descendiente de isleños: Norberto Luis Díaz Reyes, de 38 años, que ha escogido emprender una nueva vida en Valencia y cuyo abuelo paterno huyó del Archipiélago en 1926.
El otro país por excelencia de la diáspora canaria es Venezuela. Desde Caracas, en conversación telefónica con este diario aprovechando uno de los interminables atascos, Jacinto Pérez, delegado del Gobierno canario en Venezuela, dice que allí la situación es diferente. "Aquí no ha habido grandes colas. El Consulado se ha reforzado y tampoco ha habido un aluvión de solicitudes. En Venezuela no hay una desesperación generalizada por abandonar el país. Muchos descendientes de canarios tienen aquí su vida y a lo mejor intentan acogerse a la ley, pero por tener el pasaporte". Jacinto admite que la oportunidad generó expectación cuando se conoció pocos meses antes de diciembre, pero matiza que Venezuela "no es como Cuba".
Algunas de las cartas que aguardan a que el Archivo de la Diócesis lagunera encuentre las partidas de bautismo, guardadas con mimo por Vilehaldo y Victoria, vienen sin sobre, simplemente con un humilde folio grapado como protección. "Se nota en muchas de ellas cierta desesperación. Ha habido incluso casos en los que nos han pedido medicinas o ayudas de diferente clase. Uno se conmueve", asegura el sacerdote encargado de este lugar que conserva entre sus paredes la salvación para tantos emigrantes. Se nota, asimismo, que muchas vienen del interior de la isla caribeña, de Matanzas y Villa Clara, donde los canarios más abundan.
"Confiando en el señor y en la magnanimidad de Su Excelencia, espero que esta solicitud pueda ser encaminada a su destinatario y espero que pueda tener noticias de lo que solicito con toda fe. Que la Virgen María y el Señor Jesús lo colme de todas sus bendiciones", escribe desde Pinar del Río Pedro Enrique. Entonces, de repente, el responsable del Archivo Diocesano llama la atención sobre un fleje de cartas. "Mira, encima que el Gobierno de Canarias apenas nos ayuda en este proceso, nos reenvía esta cantidad de solicitudes. Eso sí, con membrete oficial".
Melchor Gaspar Baltasar
Ahora más que nunca, con el estrés que ha traído la Ley de la Memoria Histórica, los archivos diocesanos necesitan más medios para hallar entre los viejos legajos escritos a mano certificados de bautismo y demás documentos de los que dependen tantas personas. Conscientes de ello y con la única colaboración del Servicio Canario de Empleo (SCE), el Archivo de la Diócesis Nivariense se ha puesto manos a la obra y concluye la indexación de los registros bautismales de la provincia tinerfeña. Son miles y miles de partidas desde el siglo XIX que en el caso de las 38 parroquias de Tenerife están ya completamente localizados en la base de datos. Sólo faltan por concluir varias parroquias de La Palma, La Gomera y El Hierro.
En la sala de la sede del Archivo de La Laguna donde trabajan los voluntarios y el personal seleccionado por el SCE -cerca de una docena-, la encargada del proyecto, Carmen Luz Hernández, subraya la cantidad de tiempo que se ahorra. "Con la llamada ley de nietos, por ejemplo, este tipo de proyectos agilizan muchísimo la labor", indica. Y es que sólo con respecto a los descendientes de emigrantes canarios, esta medida puede afectar al menos a 100.000 personas. De cualquier manera, esto no significa que todos vayan a obtener el pasaporte ni que, aún lográndolo, vayan a regresar a Canarias. Primero porque hay muchos peros en la letra pequeña de la disposición de la Ley (para hijos o nietos de exiliados que perdieron la nacionalidad al emigrar por diversas circunstancias) y, segundo, porque muchos de esos descendientes de emigrantes ya tienen sus vidas hechas en sus países natales y no desean regresar a una tierra que no sienten como suya.
El silencio es casi sepulcral y un tímido rayo de sol se cuela por los amplios ventanales de esta sala donde la paciencia es la inevitable manera de sobre llevar el rutinario trabajo. Los volúmenes abiertos, la caligrafía antigua, las hojas agrietadas y manchadas, las faltas ortográficas que han variado tantos nombres... Para romper la monotonía se bromea con los raros. Ulpiano, Amerita, Comeslinda, Triflón, Hicio, Merencia, Erenia... Una de las recopiladoras apunta que una vez encontró unas gemelas que se llamaban Amada Andrea y Andrea Amada. Y una compañera recuerda que encontró a alguien que se llamaba Melchor Gaspar Baltasar. "¿Sabe cuál es el apellido con más versiones?", pregunta Carmen Luz. "Bethencourt. Lo hemos encontrado en las partidas escrito de trece formas diferentes".
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