25.03.09 Agencia EFE
El próximo 1 de abril se cumplen 50 años de la inauguración del Valle de los Caídos, en cuya historia indaga el periodista Fernando Olmeda en un libro que pretende combatir "el desconocimiento" existente en torno al más emblemático símbolo de la dictadura franquista.
El próximo 1 de abril se cumplen 50 años de la inauguración del Valle de los Caídos, en cuya historia indaga el periodista Fernando Olmeda en un libro que pretende combatir "el desconocimiento" existente en torno al más emblemático símbolo de la dictadura franquista.
"Era una labor necesaria y un reto, porque el problema que ha habido es el desconocimiento", afirma Olmeda en una entrevista con Efe, tras constatar que no había ningún libro monográfico completo.
"El Valle de los Caídos. Una memoria de España" (Editorial Península), rescata, según su autor, "episodios absolutamente inéditos y aporta nuevos datos sobre los más controvertidos" gracias a que tuvo un acceso completo a los archivos existentes.
Olmeda atribuye a Francisco Franco la idea de su construcción "para honrar la memoria de los caídos del bando vencedor", edificación que comenzó en 1940 según un proyecto de Pedro Muguruza y Diego Méndez, y en la que trabajaron miles de presos republicanos, junto con obreros y también presos comunes.
Allí reposan los restos mortales de 33.846 combatientes de ambos bandos enfrentados en la Guerra Civil (1936-1939), junto a los de Franco y José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española.
Para recibir sepultura, entre los requisitos era obligado ser español y católico (estar bautizado), pero, según recoge el libro, hay al menos dos extranjeros sepultados en el Valle de los Caídos, el legionario holandés Lamberto Dellmijn Chenalaar, fallecido en el frente de Aragón el 26 de octubre de 1936, y el chileno Juan Francisco Jiménez, ejecutado en el castillo de Montjuic el 25 de junio de 1938.
Para Olmeda "la enorme carga simbólica del monumento ha provocado que los españoles nos acerquemos con el corazón más que con la cabeza al monumento", además de haber recibido información del mismo solo a través del NO-DO durante 40 años, desde la perspectiva del régimen.
Luego, "no se ha completado esa perspectiva del monumento en los últimos años" y de alguna manera "ese peso enorme, simbólico, ha disuadido a los investigadores a acercarse con normalidad".
"Yo intenté acercarme sin ideas preconcebidas, predispuesto al hallazgo, y encontré", destaca el autor, que dice que lo que más le impresionó en su investigación fueron las cartas de los familiares de desaparecidos enviadas a las autoridades o al propio Franco para pedir ayuda para encontrar a sus seres queridos.
Olmeda recorre siete décadas de la historia reciente de España desde el momento en el que Franco concibe la idea de "construir un gran monumento nacional que desafiase al tiempo y al olvido".
"Si en algún momento Franco o el régimen pensaron que iba a ser un monumento a la reconciliación, creo que se equivocaron de modo estrepitoso, porque realmente el monumento ha sido fuente de conflicto a lo largo de la historia".
Sostiene que "hay una abrumadora mayoría de documentos en los que se habla de caídos por Dios y por España, caídos (en el frente) y mártires (asesinados en zona republicana).
Sólo cuando a Franco le interesó -añade Olmeda- cambió el discurso y se apropió del término reconciliación que ya estaba manejando la oposición política e introdujo en la propaganda oficial el término reconciliación. Ese es el origen de que posteriormente se haya hablado de un monumento para todos los caídos".
"Media España lo cree así, pero la otra media no, por lo tanto no parece que esa idea calase en el pueblo español", agrega....
Es un libro sesancional, muy encesario y reocmenmdable.
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