"Las consecuencias de la crisis las sufrirá la universidad" (Extracto de la entrevista dedicado a la MH)
Esta historiadora de la UMA cree que las humanidades están amenazadas en un sistema que prima la investigación de inmediata transferencia mercantil
Esta historiadora de la UMA cree que las humanidades están amenazadas en un sistema que prima la investigación de inmediata transferencia mercantil
03.01.2010 Málaga Hoy.
Encarnación Barranquero (Málaga, 1960) comenzó a estudiar la implantación del franquismo y la represión en la provincia hace 25 años, cuando todavía la recuperación de la memoria histórica no alcanzaba a ser siquiera una ilusión óptica y estos eran asuntos difíciles de rastrear en unos archivos cerrados a la investigación, de los que aún se hablaba en voz baja y según a quién, cuándo y dónde. Ha analizado también el papel de las mujeres en la posguerra y la función que cumplió el hambre como instrumento de represión en una sociedad que vivía ajena al fenómeno de la sociedad del bienestar que empezaba a germinar en el resto de Europa. Barranquero echa en falta ambición científica en la Ley de Memoria Histórica porque sigue siendo complicado acceder a los fondos documentales y porque es escasa la financiación para investigar. Prevé que en los tiempos que corren los recursos públicos para las humanidades vayan a menos "porque no tienen aplicación mercantil directa". También resalta el valor que tiene para un historiador la memoria oral y los testimonios personales, al margen del episodio de Alfacar y del frustrado intento de hallar la fosa común donde fue enterrado Federico García Lorca.
-¿Cómo empezó a estudiar el franquismo en Málaga?
-Al terminar la carrera, en 1985, las universidades empezaban a estudiar la historia desde un punto de vista local. Hasta entonces sólo se había hecho de forma global o si acaso desde fuera, por los hispanistas. Antonio Nadal creó en la Universidad de Málaga un grupo de trabajo, en el que me encontraba, y decidimos repartirnos cronológicamente la Guerra Civil y el franquismo en Málaga. Yo elegí el periodo franquista de la guerra, que es el de la implantación.
-No sería fácil entonces abordar un asunto tan sensible con una democracia endeble y un intento de golpe de Estado reciente.
-Había muchas dificultades para consultar las fuentes documentales. Fui la primera investigadora que consultó en el Archivo Histórico Nacional la documentación de la causa general relacionada con Málaga o el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares, que se acababa de abrir. También acudí al Servicio Histórico Militar y a los fondos del PCE y la fundación Pablo Iglesias. Tuve incluso la suerte de poder entrar en la sala de la documentación de la prisión de Málaga, que hasta entonces nadie había tocado. Trabajé en el Registro Civil con los libros de defunciones... Fueron miles de horas...
-Y estaban los supervivientes.
-La suerte de aquella época es que si había mucho hermetismo en los archivos, también había mucha gente que había vivido la guerra civil siendo adulta y que tuve la fortuna de poder entrevistar. Empecé a recoger testimonios de los bombardeos de la Carretera de Almería, de la posguerra y la represión...
-¿Qué valor tienen esos testimonios para un investigador?
-Son fundamentales para la historia social y para la época del franquismo en especial, en la que hay una documentación bastante fragmentaria que voluntariamente ignora algunos episodios. Después he podido corroborar episodios que creía que sólo estaban en el recuerdo de la gente como los campos de concentración de Málaga. Este verano encontré en el Archivo Histórico Provincial un dibujo de localización del campo de concentración de Alhaurín el Grande del que sólo tenía constancia por los testimonios.
-¿Cómo puede haber algo imprevisto, desconocido en un archivo?
-Pues porque se cataloga pero... Por ejemplo, el archivo del Gobierno Civil era un montón de papeles en un ático. Después Rafael Contreras los recopiló, metió cajas, les puso la fecha y les dio un número, pero es labor de los historiadores abrirlos, leerlos y ver qué hay dentro.
-¿Lo sucedido con Lorca y su infructuosa búsqueda en Alfacar no pone en cuestión la memoria oral?
-No es que me lea todo lo que sale de Lorca, pero sí sé que había muchos testimonios muy encontrados que apuntaban que podía estar en Víznar o no. En el caso de Málaga, que conozco más porque en 1987 estuve viendo los libros de cementerios y viendo cómo estaban las fosas del Cementerio de San Rafael, jamás pude imaginar que algún día se pudiera hacer la exhumación total que se ha hecho ahora.
-Era impensable.
-Si tenía que copiar a mano en los archivos y había problemas para consultar ciertos fondos no me iba a sorprender porque en las fosas siguieran enterradas miles de personas sin tener un tratamiento especial. Me parecía una consecuencia más de la evolución política de España que había llevado a que un montón de familias solamente pudieran poner unas flores encima de un sitio donde se suponía que estaban sus fallecidos, en el anonimato más absoluto. Como historiadora no me interesó mucho el tema material de los huesos, pero sí cómo las familias de los fusilados no tenían a donde ir a llorar a sus muertos. Me contaban que algunos iban a escondidas o que habían asistido a los fusilamientos para saber dónde estaban los suyos. Este tipo de procesos que tienen un sentido político sí me interesaban.
-¿Merece la pena excavar las fosas?
-Los familiares dicen que sí. La excavación va acompañada de un reconocimiento y una atención que no habían tenido hasta ahora y ahí está la clave, en que se preste esa atención. Además también aportan información histórica. En San Rafael, por ejemplo, se ha podido corroborar que algunas noches se fusilaba a 80 ó 90 personas. Además se hallan restos, las familias aportan fotografías, cartas...
-¿Qué opinión le merece la Ley de Memoria Histórica?
-Es mejorable. Como historiadora me hubiera gustado que hubiera promovido más facilidades para la investigación histórica de esa época. Tendría más validez si hubiera servido para abrir más la posibilidad de consultar los archivos.
-¿Qué acceso hay ahora a esos fondos?
-Depende. Por ejemplo el Archivo Militar de Málaga sólo abre tres horas los jueves por la mañana. Ese es un horario muy restringido para docentes y estudiantes que a esas horas están en clase. El Provincial abre de 10:00 a 13:00 y en otros todavía hay muchas dificultades para fotocopiar o hacer fotos. Por otra parte creo que la ley también debería haber determinado como prioritarias las líneas de investigación sobre la guerra civil, el franquismo y la represión.
-¿Es más difícil conseguir fondos para investigaciones históricas?
-Hay más atención a todo lo que tiene una plasmación empresarial. Yo, por ejemplo, soy la investigadora principal del grupo Historia del Tiempo Presente, que estudia la guerra civil y el franquismo en Málaga.Tenemos financiación que nos permite a lo mejor coeditar un libro con una institución o financiar un simposio, pero no más. Es una financiación muy escasa. Y cuando hay un periodo de crisis quienes primero se ven perjudicadas son las líneas de investigación que no tienen posibilidades mercantiles. Hay alumnos que les gustaría dedicarse a la investigación al terminar los estudios pero no pueden porque es muy difícil en el campo de las humanidades.
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