En torno a 150 vecinos y vecinas que se habían congregado en las puertas de la antigua Cárcel de Carabanchel para la visita programada para este último domingo, finalmente no pudieron llevar a cabo la misma. Para sorpresa de muchos, después de diez años de desidia y abandono de la cárcel, nos encontramos vallado el recinto, pudiéndose divisar de lejos la placa que no hace mucho tiempo se colocó en homenaje a los ex–presos políticos por parte de los vecinos.
Desde la primera ocupación de la cárcel hace más de diez años para reivindicar dichos terreros para usos sociales, junto con todo el movimiento vecinal en lucha que le ha acompañado esta última década –encabezada por la Asociación de Vecinos de Aluche– por vez primera, se les prohibía a los vecinos acceder a la cárcel en lo que fue sin duda una decisión inesperada.
La semana anterior no sólo a través de correos electrónicos y diversas convocatorias se había programado esta visita, que el anterior domingo se había llevado a cabo sin el menor problema, sino que incluso los medios de comunicación habían venido anunciado dicha visita. A las 12.00 de la mañana estaban concentradas en torno a unas 150 personas, en donde junto a ex–represaliados políticos y decenas de jóvenes, se encontraban familias con niños. Rápidamente, y ante la negativa, primero del responsable de la empresa que llevará a cabo la demolición de la cárcel –si es que las “autoridades competentes” no lo evitan–, y posteriormente del responsable del Centro de Internamiento de Extranjeros, edificio anexo a la antigua cárcel, se notificaba la imposibilidad de acceder al recinto carcelario, símbolo por antonomasia de la represión franquista, pero también de la memoria democrática y antifascista de este país. Delegación de Gobierno y la empresa contratista coincidían en la prohibición de acceder al recinto en lo que suponía una decisión absurda y carente de sentido ante una visita estrictamente cultural. Tras unas dudas sobre si entrar o no entrar, asumiendo las consecuencias que se podían derivar, finalmente se optó por parte de los organizadores, no sin enfrentamiento verbales y algún conato de “pedir refuerzos”, por recorrer el exterior de la cárcel, en donde se fueron explicando la historia de la resistencia anti-franquista, y el papel de la cárcel de Carabanchel como centro penitenciario fundamental en la estrategia de represión de la dictadura; a lo que se suma el rol que ahora juega la propia cúpula de la cárcel en el espacio urbanístico de Madrid, que en cualquier otra Comunidad Autónoma no gobernada por el PP ya habría sido calificada de Bien de Interés Cultural (B.I.C.).
Tras prácticamente concluir parte de la visita, finalmente se pudo acceder al pasillo que divide los muros de la antigua cárcel del vallado, reforzado ahora con alambradas de espinas, a modo de manu militari. La situación que se encontraron los visitantes fue desoladora: si primero habíamos podido ver por el exterior de la cárcel a los “inmigrantes” encarcelados y pendientes de deportación, la siguiente imagen aún fue más clarificadora: varias familias de inmigrantes viviendo entre basura y en unas condiciones deplorables, junto con unos “agentes de seguridad” no identificados y en una actitud amenazante acompañados por perros. A todo esto se sumaba en el interior de la cárcel, y de forma visible, un camión para recoger la poca “chatarra” que aún queda en el interior de Carabanchel. Aquí, prácticamente se repetiría la situación que nos habíamos encontrado a las 12.00 de la mañana. Empresa y policías nacionales, estos últimos bastante más sensatos que los primeros evitando la llamada de los “antidisturbios”, impidiendo de nuevo el acceso a la cárcel. Aunque se realizó una última gestión con Delegación de Gobierno, finalmente no fue posible acceder al recinto. Ahora bien, muy probablemente, y dada la correlación de fuerzas entre manifestantes y agentes de seguridad privada y policías se habría podido acceder al recinto, sin mayores consecuencias. Si finalmente no se produjo esta situación fue una vez más por la “sensatez” y “serenidad” del numeroso grupo que aún estaba realizando la visita.
Con esta crónica evidentemente incompleta, hemos querido ejemplificar lo que no deja de ser una metáfora más de las muchas que acompañan a las actuaciones de los movimientos sociales en Madrid. Especulación, represión y eliminación de los lugares de la memoria antifranquista unidos en lo que simplemente quería ser una visita más a un espacio tan tenebroso como simbólico como fue y es la cárcel de Carabanchel. Militantes anti-franquistas con amigos, familiares, nietos… intentando entrar en la cárcel que les quitó no pocos años de su vida, “luchando” por recuperar y transmitir a la siguiente generación su experiencia carcelaria y “militante”; jóvenes, vecinos, familias tratando de saber algo más sobre aquel recinto carcelario que ha acompañado desde siempre a su barrio; policías y empresas privadas en “santa alianza” prohibiendo el acceso a un recinto carcelario cuando la intencionada desidia y su abandono consciente han tratado de que este espacio carcelario desapareciera para así borrar un espacio de memoria que resultaría vergonzante para cualquier otra democracia europea; inmigrantes encarcelados y con orden de expulsión en un absoluto vacío legal y sometidos a vejaciones diarias de los derechos humanos, separados por unos pocos metros de otros inmigrantes malviviendo dentro de una cárcel, tanto real como simbólica, sin más salida que una valla acompañada de una alambrada de espinas en una imagen que recuerda más a las vallas de Melilla y Ceuta que a un Madrid que se resiste a ser Olímpico.
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