28-10-2008 Durante la Segunda Guerra Mundial, Eugenio Pacelli -Pío XII- encabezó a la Iglesia Católica. El proceso de su beatificación ha sido muy tortuoso y discutido, por las denuncias de su simpatía con el nazismo y su silencio ante el holocausto.
Eugenio Pacelli (1876-1958), desde el Vaticano, representó para millones de creyentes católicos un ideal de santidad, dedicación, autoridad suprema por mandato divino e infalibilidad en sus juicios. Antes de acceder al trono de San Pedro, en 1939, ya había desarrollado una larga carrera, primero como joven y brillante abogado, y luego como nuncio papal en Munich y Berlín desde la década de los veinte. Durante años fue trabajando para lograr un Concordato, es decir, un tratado Iglesia-Estado, entre el papado y Alemania. Las aspiraciones de Pacelli eran cuestionadas no sólo por la oposición de la poderosa iglesia protestante alemana, sino también por los propios católicos que criticaban sus concepciones profundamente autoritarias*.
El Concordato de 1933
El 30 de enero de 1933, Hitler juró su puesto de canciller. Al Vaticano y su diplomático Pacelli se les abrió la oportunidad de concretar sus objetivos. En julio se firmaba el Concordato. El tratado autorizaba al papado a imponer el nuevo código a los católicos alemanes y garantizaba generosos privilegios a las escuelas católicas y al clero. A cambio, la Iglesia católica alemana, su partido político parlamentario y sus cientos y cientos de asociaciones y periódicos se comprometían “voluntariamente”, obligados por Pacelli, a no inmiscuirse en la actividad social y política. Tanto el Partido de Centro como la comunidad católica, siendo una minoría en la población, tenían peso y habían desarrollado hasta entonces una importante actividad antinazi. Esa abdicación del catolicismo político alemán en 1933, negociado e impuesto desde el Vaticano por el papa Pio XI y con la gestión de Pacelli en Berlín, permitió que el nazismo pudiera asentarse sin tener que enfrentar la resistencia de la comunidad católica.
Ya había sido decisiva la política suicida del Partido Comunista alemán, orientado por Stalin y la burocracia soviética, que habían dividido y paralizado a los trabajadores por su política de enfrentar a la socialdemocracia como “el principal enemigo”, facilitando el ascenso al poder del nazismo.
En la reunión del gabinete del 14 de julio de 1933, el propio Hitler festejó como un triunfo la garantía de no intervención firmada con Pacelli, considerando que le dejaba las manos libres para resolver a su modo “la cuestión judía”....
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