Cuando las futuras generaciones conozcan el rostro de lo que fue aquella bestial etapa de la historia, aprenderán a despreciar su memoria, tanto como yo me avergüenzo del Rey Juan Carlos
La más exitosa ha sido sin duda el robo de los símbolos y los conceptos. Se han ido apropiando paulatinamente de términos tan hermosos como libertad, verdad, democracia, respeto, e incluso de otros antagónicos, como terrorismo, narcotráfico o dios, con la misma alegría con la que Patxi López, Rubalcaba o el Rey se dedican a lanzar frases huecas, vacías de todo sentido intelectual, en su alocada carrera por demostrar que los asesinos son los que matan con bombas y tiros, mientras que los cientos de miles de cadáveres sobre los que se alza la libertad vigilada que millones de ciudadanos padecemos, fueron parte de la herencia que dejó el mayor terrorista de la historia reciente española: el mentor del actual monarca. Un general golpista, ajeno a todo lo que pudiera significar cordura, generosidad y dignidad. Nadie más ignominioso que el que hereda, de las manos de un criminal, todo el poder que este atesoró en vida y tras su muerte, porque la familia del dictador y sus descendientes siguen aún disfrutando del patrimonio robado al pueblo español.
No hay comentarios :
Publicar un comentario