Autora del libro "Paso a la juventud.
Movilización democrática, estalinismo y revolución en la
República Española" (Universitat de València)
Sandra Souto Kustrín (IH, CCHS-CSIC) es doctora en Historia
por la Universidad Complutense de Madrid (2000) y científica titular
en el Instituto de Historia del CSIC donde fue también contratada
del Programa Ramón y Cajal. Ha realizado numerosas estancias de
investigación en centros de reconocido prestigió internacional,
entre las que destaca su larga vinculación al Cañada Blanch Centre
for Contemporary Spanish Studies de la London School of Economics
and Political Science (LSE, Reino Unido), del cual es actualmente
associate fellow. Es autora de «Y ¿Madrid? ¿Qué hace Madrid?».
Movimiento revolucionario y acción colectiva (1933-1936) (2004),
libro que ha tenido un gran impacto y que ha recibido muy buenas
valoraciones por parte de los máximos especialistas en la historia
de la Segunda República Española. Desde esta investigación, ha
centrado sus estudios en la historia sociocultural y política de la
juventud y de los movimilentos juveniles en Europa y en España en la
época contemporánea, temas sobre los que tiene ya numerosas
colaboraciones en revistas como The European History Quarterly,
Memoria e Ricerca, Ayer o Historia Actual. Ha sido también la
editora del número monográfico «Ser joven en la Europa de
entreguerras. Politica, cultura y movilización» (Hispania, 2007).
- Sandra,
¿cómo era la juventud en los años treinta, sobre todo, nos
referimos a la juventud española?
- En general, se
considera que en
todo el periodo comprendido entre la Primera y la Segunda Guerra
Mundial y,
especialmente, en los años treinta, la juventud europea,
incluida la española,
estuvo más politizada que en otros periodos anteriores y
posteriores de la
historia –estoy pensando, por ejemplo, en los años cincuenta del
siglo XX.
Y fue en el periodo
de
entreguerras y, especialmente, en los años treinta cuando las
organizaciones
juveniles adquirieron por primera vez un importante desarrollo e
independencia
con respecto a los adultos, hasta el punto de que los jóvenes se
pueden considerar
la base de movimientos sociales nuevos como el fascismo y el
comunismo. En
España, el fascismo español, representado por Falange Española,
estuvo
principalmente conformado por jóvenes y se ha destacado el papel
de los jóvenes
en la anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo
(CNT), por ejemplo.
- En aquellos días, ¿cómo eran las juventudes obreras?
- Una pregunta muy
general y
compleja y que, como la anterior, tiene muchas perspectivas de
análisis. Dado
que en la anterior me he centrado en los temas
político-organizativos, voy a
intentar comentar otros aspectos en ésta. Con menos acceso a la
educación y
menos derechos sociales y políticos que en la actualidad, la juventud se vio más
afectada por la crisis
económica y el paro mientras que sus posibilidades de acceso a
diferentes
formas de ocio eran menores. También hay que decir que había
importantes
diferencias entre el mundo urbano y el rural y entre los hombres
y las mujeres
jóvenes. Mientras que en las grandes ciudades podían ya tener
acceso al cine o
a instalaciones deportivas, y, en cierta medida, las jóvenes tenían más libertad, en el mundo
rural, aparte de que
las jornadas de trabajo eran mayores, había menos posibilidades
de ocio y una
mentalidad aún más tradicional en cuanto a las relaciones y
roles de género.
En este contexto,
en toda Europa,
no solo en España, las actividades que desarrollaban las
organizaciones
juveniles obreras, como excursiones, fiestas o “escuelas de
verano”, se
convirtieron en muchos casos en lo más parecido a unas
vacaciones que tenían
los jóvenes obreros y la convivencia conjunta de hombres y
mujeres en dichas
“escuelas” en una novedad que, en algunos casos, también
enfrentó a las
organizaciones juveniles obreras con sus respectivas
organizaciones de adultos.
- Nos puedes explicar cómo “se tomó” la juventud
española la II
República. ¿Lo definirías como un período de renovada ilusión?
- Las reformas económicas, laborales y sociales-
especialmente educativas-
favorecieron a los jóvenes, aunque hay que decir que la
Constitución
republicana estableció el derecho de voto a partir de los 23
años, frente a los
21 que pedían los jóvenes, queriendo “acercarlo” a la edad
en que estaba
establecido el servicio militar, mientras que, según la ley de
asociaciones de
1932, los menores de 21 años no tenían derecho a ser miembros de
las
direcciones de los sindicatos, a lo que se opuso, por ejemplo,
la juventud
socialista. Ya durante la guerra civil, todas las organizaciones
juveniles
pidieron la reducción de estos límites de edad, sin lograrlo, a
pesar de que,
aparte de los muchos casos de milicianos voluntarios muy
jóvenes, con la
constitución del Ejército Popular se restableció el servicio
militar y los jóvenes
eran llamados a filas a los veinte
años.
En general, la
democratización de
la política producida con la proclamación de la república
favoreció la
organización de los jóvenes y su
movilización, aunque la idea de “renovada ilusión”, en él ámbito
de las
organizaciones juveniles depende de sus posiciones políticas y
de la misma
evolución de la república: en las juventudes socialistas y
republicanas se
puede hablar de desilusión a partir de las elecciones de
noviembre de 1933 y
los sucesivos gobiernos de centro-derecha, mientras que para los
jóvenes
comunistas y libertarios era imprescindible ir más allá de la
república y
rápidamente, y, como es de imaginarse, la república en si misma,
democrática y
laicista, no “ilusionaba” ni a los jóvenes monárquicos ni a los
católicos.
- ¿Podríamos definir y/o afirmar que la juventud
siempre responde igual
a la crisis? ¿Cómo ves, aquí y ahora en el presente, a la
juventud ante la
presente crisis que nos está exterminando socialmente....?
- Creo que a la
primera pregunta
te respondería que no. Ni siquiera las respuestas de la juventud
como grupo
social a las crisis –al menos en la crisis de la Europa de
entreguerras, no
solo en la de la República Española- son homogéneas, sino que
desde ella se
plantearon diferentes propuestas para superarla. La juventud
como grupo de edad
muestra las distintas diferencias sociales, económicas,
ideológicas y
culturales presentes en todas las sociedades por lo que dentro
de ella surgen
diferentes proyectos, incluso enfrentados entre sí. Lo que sí es
cierto es que
en la época contemporánea los movimientos juveniles parecen
haber cobrado
fuerza en los momentos de crisis, económica, social y/o
política, y que la
participación de la juventud en la
conflictividad en este tipo de periodos ha sido importante y
hasta fundamental
en algunos casos. Probablemente se relaciona más que con un
fenómeno
“biológico” o “psicológico” con el hecho de que los jóvenes
suelen verse más
afectados por las crisis y/o los cambios por la etapa de su vida
en la que
están, en un sentido social y cultural: la crisis económica de
los años treinta,
como la actual, afectó principalmente a los jóvenes, porque los
gobiernos
europeos de entonces también recortaron los presupuestos para la
educación,
muchas familias tuvieron que retirar a sus hijos de los centros
educativos por
falta de medios y los jóvenes fueron los más afectados por el
desempleo, con lo
que vieron peligrar su futuro y
buscaron soluciones nuevas a los problemas en los que se
hallaban inmersos.
- Háblanos un poco, acerca al lector de El Sueño
Igualitario cómo ha
sido tu estudio en torno a las Juventudes Socialistas
Unificadas (JSU)
- El estudio en torno a la JSU, al igual que en torno a la
Federación
Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), se ha desarrollado a
partir de
numerosa documentación no conocida anteriormente que muestra en
ambos casos su
importante papel en la movilización de los jóvenes y, en el caso
de la JSU,
también la lentitud y dificultades del proceso de unificación y consolidación de la
organización, y las
limitaciones y problemas de aplicación de las diferentes
políticas que
desarrolló durante la guerra. Permiten también analizar de forma
más matizada la
evolución de sus conflictos
internos –tanto en el ámbito nacional como internacional- hasta
su expulsión de
la Internacional Juvenil Socialista (IJS) tras el fin de la
guerra civil.
También hay que decir que su inclusión en la IJS desde abril de
1937, mientras
decía oficialmente mantener “sus simpatías” hacia la
Internacional Juvenil
Comunista, le permitió tener una gran influencia internacional
que solo fue superada por
la que tuvo la organización
estudiantil, la Unión Federal de Estudiantes Hispanos.
Pero hay que decir
que todas las
organizaciones juveniles españolas, por su participación en la
lucha
republicana, se convirtieron en referentes para sus homólogas
extranjeras,
aunque en algunos casos, como el de las juventudes libertarias,
tuvieran pocas
organizaciones similares
con las que
relacionarse en el ámbito internacional.
- ¿Cómo analizas el “comportamiento” de la Federación
Ibérica de
Juventudes Libertarias (FIJL)?
- La FIJL se
conformó como una
verdadera organización juvenil de masas durante la guerra, ya
que, creada en
1932, su desarrollo antes del comienzo del conflicto era menor
que el de las
juventudes socialistas o comunistas. Esto la llevó a tener
muchos enfrentamientos
con las otras organizaciones anarcosindicalistas, dado que por
primera vez los
jóvenes libertarios reivindicaron su “independencia” frente a
los “adultos”.
Destaca que durante la guerra asumió la reivindicación de la
ampliación de los
derechos sociales y políticos de los jóvenes desde los 18 años,
reivindicación
que tenía su origen en las juventudes socialistas y comunistas.
Por otra parte,
las mismas formas organizativas de las que partían las
juventudes libertarias
también dificultaron su desarrollo e influencia durante la
guerra. Su dirección
estatal no podía tomar decisiones sin consultar a las
organizaciones regionales
y provinciales mediante referendos, lo que, con las dificultades
del conflicto
bélico, hizo que, en muchos casos, sus decisiones se produjeran
con “retraso”:
por ejemplo, cuando finalmente acordaron aceptar cargos en las
milicias después
de un debate interno de meses, ya se estaba yendo hacia la
conformación del
Ejército Popular.
Y en lo que era una
clara
competencia por el control de la juventud que, no hay que
olvidar, era el
grueso del ejército republicano, también se produjo una
imitación de las formas
organizativas de la Juventud Socialista Unificada, como muestran
la actuación
de las FIJL en el ejército o sus debates internos sobre la
creación de una
organización juvenil femenina libertaria.
- La izquierda, sea más o menos adulta….sea más o menos
joven siempre ha
viajado en el debate. ¿Cómo lo ves?
- Tanto en el
ámbito político como
en el científico el debate es imprescindible para “avanzar”, y
en gran medida
este debate es inherente a la naturaleza de la izquierda por sus
propias formas
organizativas internas, como muestra el caso de las juventudes
libertarias que
he comentado antes. Pero este debate hay que mantenerlo dentro
de unas mínimas
formas –pacíficas, educadas,…-
que en
algunos casos se perdieron entre los jóvenes –y entre los menos
jóvenes-
durante la guerra civil, como muestran, por ejemplo, los
enfrentamientos
producidos entre las organizaciones juveniles en Aragón o en
Cataluña que se
analizan en el libro. Relacionando el ámbito político con la
historia, creo que
el libro –debido a la abundante documentación localizada y
utilizada- no apoya
ninguna de las visiones más “militantes” mantenidas desde
diferentes organizaciones
actuales, herederas o que se consideran herederas de las
existentes durante la
República y la guerra. Pero, tanto frente a las historias militantes como frente a la idea de que
todo es relato y
valen todas las interpretaciones, hay que decir, parafraseando
al historiador
británico Eric Hobsbwam, que la historia “es un arte que no
inventa”, sino que
analiza los datos encontrados: los historiadores tenemos que
intentar limitar
nuestra subjetividad y “averiguar de donde venimos”, nos gusten
o no nos gusten
los resultados. En último término, todos los actores sociales
pueden, y quizá habría
que decir que deben, aprender de
sus errores.
- Estoy últimamente hablando mucho de la mujer en estos
períodos de
preguerra, de guerra civil y de posguerra. Durante la
investigación y los
estudios para llevar a cabo este libro, “PASO A LA JUVENTUD”,
con qué
testimonios o cosas curiosas te has encontrado?
- Me ha resultado
destacable
principalmente la importante movilización de la mujer joven. Es
también
novedoso que la documentación existente muestra que esta
movilización se
vinculó a las organizaciones juveniles y no a las organizaciones
femeninas
“adultas” (la Agrupación de Mujeres Antifascistas o Mujeres
Libres), frente a
lo que se había planteado hasta ahora. Testimonios y datos
significativos me
han parecido también los que muestran que la idea de
“subordinación” de la
mujer o de que su acción debía centrarse en “actividades
tradicionalmente
femeninas” estaba presente también entre los jóvenes -incluidas
las mismas
mujeres jóvenes- aunque estas actitudes eran más generalizadas
en ambientes
rurales y/o con menor nivel educativo. Es interesante también la
utilización de
imágenes de la mujer joven y a las mismas jóvenes para movilizar
a los jóvenes en el
frente, aunque hay que
decir que esto también se llevó a cabo en los países europeos
participantes en
las dos guerras mundiales durante ambos conflictos bélicos.
- Siempre ha surgido la pregunta de qué era
prioritario: hacer la guerra
o la revolución. ¿Qué conclusiones has sacado como fruto de la
realización de
este trabajo?
- La política de guerra sin revolución
se suele
identificar con los comunistas por la importancia que
adquirieron éstos durante
la guerra civil, aunque era mantenida también por la mayoría del
Partido
Socialista y por los partidos republicanos y sus juventudes. Y
aunque en el caso de los
comunistas dicha política
estuvo lastrada por
la influencia del
estalinismo, se basaba en un análisis realista de las divisiones
sociales
existentes en la España que quedó en poder del gobierno legítimo
y de la
actitud de las grandes potencias y lo que ambas suponían para
las posibilidades
militares de la República. Hay que decir también que entre los
jóvenes sólo la
Juventud Comunista Ibérica del Partido Obrero de Unificación
Marxista mantuvo estrictamente,
por decirlo de alguna
forma, la idea de hacer la revolución durante la guerra,
mientras que en las
juventudes libertarias hubo un gran debate interno –una clara
muestra es la
idea expresada por los jóvenes libertarios andaluces tras la caída de Málaga, en
febrero de 1937,
de que los anarquistas catalanes estaban “jugando” a hacer la
revolución porque
no tenían un frente bélico cerca-, y la negativa evolución de la
guerra fue
modificando sus posiciones. Se puede decir que ya en 1938 lo que
buscaban
prácticamente todos era la supervivencia en unas mínimas
condiciones de
libertad y dignidad.
- ¿Cómo fue el “captar” a los jóvenes, una vez ya
inmersos en la Guerra
Civil?
- La captación de
la juventud se
vio dificultada por la presencia mayoritaria de los jóvenes
(hombres) en el
ejército, lo que llevó, especialmente a las organizaciones
juveniles más
grandes –la JSU y la FIJL- a crear estructuras propias dentro
del Ejército
Republicano, aunque desde el gobierno se buscara
“despolitizarlo”. En la
retaguardia, se caracterizó por una mayor presencia de
adolescentes y jóvenes
hombres menores de veinte años y de mujeres jóvenes. Así, por
ejemplo, tanto en
las juventudes libertarias como en la organización estudiantil
–la Unión
Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH) - se destacó que eran
mujeres jóvenes y
adolescentes los que mantenían gran parte de sus secciones en la
retaguardia.
La organización estudiantil, además, cobró un
gran desarrollo en los institutos de enseñanza media
frente a su
situación antes de la guerra, cuando era una asociación
fundamentalmente
universitaria: quizá de eso derive que optara durante el
conflicto por usar su
“nombre oficial” de UFEH frente al de Federación Universitaria
Escolar (FUE)
que era el más popular desde
su
creación en 1927.
- ¿Cómo fue el tema de la solidaridad internacional por
parte de los
jóvenes?
- Aunque poco
conocida hasta
ahora, más allá de algunos datos sobre la relativa juventud de
los miembros de
las Brigadas Internacionales, la movilización juvenil
internacional a favor de
la República fue muy importante tanto en países de Europa
occidental, como
americanos, en China o la India. Adoptó formas muy diversas
–desde la
realización de manifiestos, la recogida de firmas para entregar
a sus gobiernos
respectivos y hasta a la Sociedad de Naciones (la antecesora de la actual ONU), el envío de dinero
a la España
republicana o la compra y envío de material sanitario, alimentos
o ropa…- Se
realizó a través de comités de coordinación de organizaciones
juveniles para
ayudar a España en que participaron organizaciones de variadas
tendencias políticas
y religiosas y que se relacionaron de diversas formas con las
organizaciones
juveniles españolas y con los diferentes comités de coordinación
entre éstas
que se desarrollaron. Destaca también el papel de las
organizaciones
internacionales ya existentes, como la Internacional Juvenil
Socialista y la
Comunista, pero también, por ejemplo, la YMCA, Young Men’s
Christian
Association. Y aún más desconocida es la participación de las
organizaciones
juveniles españolas en los dos congresos internacionales de la
juventud por la
paz que se celebraron bajo el auspicio de la Federación de
Asociaciones pro
Sociedad de Naciones, uno en Ginebra en 1936 y el segundo en
Nueva York en 1938
y el “reconocimiento” que en ellos lograron.
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