En nombre de la asociación que presido permitirme felicitar el ejemplo unitario y plural que representa la celebración de este acontecimiento en relación con el 80º aniversario de la II República y como homenaje a los sobrevivientes de la lucha contra el fascismo tanto en España como en Francia y Europa. Esta importante concentración republicana será un referente a tener en cuenta. Es por ello que deseo expresar algunas reflexiones sobre el contencioso Monarquía o Republica.
Desde la transición la corrupción en España esta pervirtiendo la naturaleza y los fines de la vida política. La transición es un síntoma inequívoco del cierre en falso para alcanzar un sistema político democrático sin hacer una limpieza dentro de las instituciones franquistas. El caso del Juez Garzón es evidente y por ello es imposible una reconciliación teniendo decenas de miles de cadáveres en las fosas comunes. Debemos seguir exigiendo: Verdad, Justicia y Reparación para todas las victimas del franquismo. La transición no fue más que la restauración de la Monarquía borbónica heredada del franquismo en donde el monarca juro fidelidad a los principios del Glorioso Movimiento Nacional causante de la sublevación fascista contra la legalidad republicana y de una larga y sangrienta dictadura de casi 40 años.
Estamos asistiendo a un lento pero progresivo resurgimiento republicano y es imprescindible darle contenido, una respuesta para vertebrarlo y ello solo es posible si la ciudadanía participa en un proyecto que la implique: la memoria histórica, la búsqueda de alternativas, el recuerdo de la II República, todo ello es necesario pero insuficiente ante una ciudadanía que ha sido desmotivada y conducida a la desmovilización. La transición se va agotando victima de sus propios fracasos al no resolver los problemas de fondo que aún siguen siendo latentes en España. Hoy la Constitución ni los partidos se la creen. Hay que hacer pedagogía republicana para que millones de hombres y mujeres republicanos asuman esa tarea de saneamiento político y moral de la sociedad, que ejerzan de ciudadanos, y no de súbditos, con derechos y deberes.
Hay que concebir la República del siglo XXI como una forma de gobierno y como una serie de valores cívicos que impregnen esa forma de gobierno. Una República democrática ha de partir de la igualdad entre los ciudadanos y abolir todo tipo de privilegios como en la actualidad ostentan la casa real, la Iglesia y las organizaciones políticas y sindicales, entre otros muchos. Este es un país en que la libertad, la participación y la igualdad se encuentran mediatizadas a base de importantes subvenciones. Una República en donde la riqueza esté mejor distribuida y cumpla los derechos humanos.
Nos encontramos en un proceso de decadencia sin solución. Es un problema de estructura tanto política como económica. Para implantar una República hay que abrir un proceso constituyente. Este proceso ha de fluir de abajo arriba, donde la ciudadanía sea portadora y co-creadora del proyecto, que la gente sepa qué ejes contendrá esa futura Constitución: el cumplimiento efectivo de los derechos humanos, de la paz, de la federalidad, de la laicidad, entre otros.
Si se hace de abajo arriba, si se crea esa identidad republicana, unitaria y pluralista, llegará un momento en el que aumentará el voto en blanco, o se exija un referéndum, o se actúe desde los propios ayuntamientos. Ello no será un camino fácil pero acabará invalidándose la actual legislación. Entre todos debemos plantear una República democrática. Y democracia es igualdad, pleno empleo... ¿Eso es de izquierdas? No, no es necesario ser de izquierda para estar de acuerdo con una democracia consecuente. Este país ya ha tenido demasiados consensos, y hay aspectos de principios en los que es imposible un consenso. No debemos repetir los vicios de la transición. El mecanismo previsto en la Constitución no nos debe interesar. Si se plantease llegar a la República por esa vía, sería más de lo mismo.
Con un proceso de abajo arriba, la monarquía se debilitará. Hay que abrir un proceso constituyente de la sociedad, totalmente al margen – no digo contra – del aparato del Estado. El concepto República está ligado a un contenido: igualdad social, democracia, ética, libertad, y eso es incompatible con la presencia de un soberano.
Somos un país que nunca ha hecho las transformaciones, porque todos los cambios económicos y sociales los han promocionado las minorías. Se nos han regalado las libertades, no las hemos conquistado. Las dos repúblicas se las tuvieron que ver con los poderes fácticos de la España eterna: capitalismo, oligarquía e Iglesia. Ambas se vieron presas de una tenaza: la gente quería que se resolvieran de inmediato los problemas sociales que venían de la noche de los tiempos. Ambas eran débiles. Por ello debemos basarnos en las lecciones de la historia y promover un proceso constituyente, para que la República sea querida, asumida y traída por los ciudadanos.
El movimiento de la memoria histórica es positivo y esta siendo un revulsivo ante la pasividad de la clase política. Pero está abigarrado, atomizado. Está muy bien recordar la II República como referente, pero hay que hablar de una República para el siglo XXI, justo para que la sangre de los que murieron por la República tenga sentido. Hay que abrir un proceso de ilusión que acabe con la apatía y desconfianza del pueblo y encontrar los puntos fundamentales que debemos transmitir a todos los ciudadanos y especialmente a las nuevas generaciones. En España hay demasiados que hoy están fuera de toda ética moral y política desde 1979, viviendo de los Presupuestos del Estado de forma indecorosa. En España se está llegando a situaciones limites en la que gente tendrá, tarde o temprano, que responder. ¿Hasta cuándo van a aguantar los ciudadanos que un 20% de la población se encuentren en el umbral de la pobreza y el desempleo afecte a un 40% de nuestros jóvenes?
De la transición se hizo virtud de la necesidad, para al final convertirse en un monasterio de virtuosos atrapados en los entresijos políticos y económicos del sistema, en el que algunos se han enriquecidos y otros muchos se han profesionalizados como medio de vida y subsistencia.
Hay que difundir los valores que representaba la República y esta concentración republicana será una ayuda inestimable para establecer un puente entre la República de ayer y la de mañana.
Gracias: Viva la República.
Francisco Ruiz Acevedo. Presidente de la AMHDBLL
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