Este manifiesto surge ante la
imputación, provocada por una denuncia de Falange, del periodista Gerardo Rivas
Rico por la publicación, el pasado 22 de marzo de 2012, de un artículo en elplural.com con el título “El vicepresidente de Gobierno de Madrid le pide
el perejil a la hija de Franco”. En dicho texto se quejaba de la exclusión de
Garzón de la judicatura y añadía:
“Cuando solamente –después
vendrían las escuchas a los abogados de 'Gürtel' y los cursos de Nueva York–
dos organizaciones, una, con un amplio historial de crímenes contra la
humanidad y, la otra, un seudo-sindicato heredero de las esencias franquistas –Falange
Española de las JONS y Manos Limpias– habían conseguido el beneplácito de la
máxima instancia judicial –el Tribunal Supremo– para sentar en el banquillo al
juez que intento acometer la investigación de los crímenes del franquismo”.
Por ello, los historiadores abajo
firmantes quieren manifestar lo siguiente:
Se ha demostrado científica y
suficientemente, a través de numerosas investigaciones rigurosas, la implicación de Falange Española
de las JONS (a partir de abril de 1937 Falange Española Tradicionalista y de
las JONS) en la represión desplegada en la zona controlada por el Ejército
sublevado desde el golpe de estado contra la democracia republicana hasta bien
avanzada la posguerra, ya consolidada la dictadura franquista. Son los propios
documentos oficiales (del Ejército, de la Guardia Civil, de la Policía y de la
propia Falange) los que dejan evidencia de esa implicación. Estas tareas
represivas de Falange afectaron durante años a miles de personas en todo el
país. Esta es, por tanto, una verdad científica cimentada en decenas de
investigaciones que no admite discusión.
Queremos mostrar nuestra más
absoluta repulsa ante el hecho de que un periodista que constate una verdad
histórica sea imputado por un juez que acepta la denuncia de Falange por buscar
el “menoscabo del honor de Falange con vejaciones injustas, imputándole a
FE-JONS, con temerario desprecio hacia la verdad, la comisión de delitos (…)
para menospreciar y menoscabar públicamente la fama y el honor de dicha
organización.” Sería como si en Alemania
un juez aceptara una denuncia del partido nazi contra un periodista o
historiador que escribiera sobre los crímenes contra la humanidad cometidos por
los miembros de su partido durante los años treinta y cuarenta. En definitiva,
no se trata sólo de un ejercicio de libertad de expresión, reconocida por el
art. 20 de la Constitución, sino también
del derecho a la verdad, difundida por historiadores y periodistas, y recibida
por el resto de ciudadanos que tienen derecho a conocer lo sucedido en su
propio país.
Adhesiones:
Santiago Vega
svegasombria@hotmail.com
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Santiago Vega
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