350 estudiantes universitarios fueron detenidos, encarcelados, buscados por la policía o agredidos por la extrema derecha
Valme Cortés- Granada 25 mayo 2012 El País Andalucia
Tras más de cuatro años de investigación, un grupo de profesores, principalmente de instituto, formado por Pedro Sánchez, José María Sánchez, Miguel Conejero, Óscar Rodríguez e Isabel Rueda, ha concluido una obra en la que se explica cómo se fue creando el movimiento estudiantil en Granada, cómo se enlazó con el obrero y cuáles fueron sus principales actividades en la lucha antifranquista. La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981) es el título del libro que detalla además la doble represión, gubernativa y académica, de los activistas universitarios.
Mañana sábado en el Hospital Real se presenta la obra, que ha coordinado el presidente de la Fundación de Estudios Sindicales de CC OO-A y profesor del IES Albaycín de Granada, Alfonso Martínez Foronda. Se escogió la Universidad de Granada por ser la tercera más importante del país, tras Madrid y Barcelona. En la segunda mitad de los años sesenta el movimiento era ya “incontestable”, explica Martínez, que destaca cómo la universidad se convirtió en “una escuela democrática de ciudadanía” en la que se formaron líderes de la transición.
A través del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios (Sdeug) y de otras formas de organización, los estudiantes reivindicaban la reforma democrática de la universidad y también de las libertades perdidas tras el triunfo franquista en la Guerra Civil. Las facultades, pero también las calles de Granada, Jaén, Almería y Málaga, estaban sembradas de octavillas y carteles que cuestionaban contenidos de la enseñanza y formas de represión. Conferencias, exposiciones, teatro, recitales musicales o cine-club eran algunas de las actividades culturales alternativas que se organizaban y que confrontaron con el régimen y las propias autoridades académicas.
En la primera parte, la obra, que edita El Páramo y Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CC OO-A, aborda los efectos que tuvo sobre la universidad el triunfo del golpe de Estado de julio de 1936 y la represión sobre quienes habían defendido ideales republicanos, así como el nacimiento de las primeras disidencias. Tanto el Sdeug como la recomposición de núcleos políticos, fundamentalmente el PCE, suponen un “primer toque de atención” a las autoridades gubernativas y académicas. La segunda parte se dedica a cómo se desarrolla el activismo universitario y la tercera exclusivamente a la represión al movimiento estudiantil, que junto con el obrero, fue pilar esencial de la lucha antifranquista.
Según los datos recopilados en la investigación, 350 estudiantes de la UGR fueron represaliados: detenidos, encarcelados, buscados por la policía o agredidos por la extrema derecha. 66 fueron mujeres, de las que 25 pasaron por la prisión provincial. Hay otro medio centenar de represaliados sin identificar, media quincena deportados a sus domicilios familiares y otros muchos a los que se les quitó la prórroga del servicio militar y se les negó el pasaporte. Un asesinado: Javier Verdejo; un expulsado del país: Juan José Sánchez, y un exiliado: Joaquín Sabina.
“Intentar que el franquismo no quede impune y hacer justicia a las personas que lucharon por la libertad” son los motivos que han inspirado esta investigación que quiere contar cómo el régimen condicionó la vida de muchos españoles. 62 estudiantes de la UGR, recuerda Martínez, pasaron por el Tribunal de Orden Público, pero por las comisarías y cárceles “fueron muchos más”. Se prohibían actos culturales y conferencias, y se procesó a otros por asociación ilícita, propaganda ilegal y manifestación no pacífica.
La cara al viento presta especial atención en un apartado a la lucha de las mujeres universitarias que también tenían superar los obstáculos de una sociedad profundamente misógina. La reacción de las autoridades académicas y una cuarta parte dedicada a los colegios universitarios de Almería y Jaén, que de forma más tardía en relación a la UGR se configuraron también como espacios de oposición al régimen, completan el trabajo.
El libro, de 1.063 páginas, pone en valor la escuela de ciudadanía que supuso la lucha del movimiento estudiantil para la conquista de la democracia en España, al tiempo que da cuenta de la represión que durante dos décadas sufrieron centenares de universitarios en Granada.
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