Fosa del cementerio de Plasencia fotograma del video del homenaje el 1 de nov. 2013 |
Antonio Sánchez-Marín Enciso 17/8/14
Texto cedido por su autor para el próximo homenaje a las víctimas fusiladas en Plasencia
¿Ayer es tiempo todavía?
/……………/Escucho el fluir del río/
de una historia inacabada;/
deshilvano el ovillo de la memoria./
¿Estoy oyendo?/
En Plasencia la acción criminal represiva de los falangistas fue brutal, inhumana, para no olvidar…¡¡¡ Nunca!!!
Después de tantos años de silencio, por el miedo irredento de todos, el miedo hace sumiso a las gentes, y con el miedo viene su dominio, es necesario propagar una atmósfera de terror. Tenemos que crear una impresión de dominación… dijo Mola…, nosotros tenemos la obligación de rememorar a aquellos mártires que pagaron con su vida su dedicación política a los ciudadanos…, a la República, para hacer prosperar la ciudad a la que tanto amaban…
"No desaparece lo que muere, sólo lo que se olvida". Su memorización nunca con ánimo de rencor, el olvido no es sinónimo de reconciliación como muchos tratan de decirnos, lo he oído demasiadas veces, sino por todo lo contrario, para impedir que hechos tan execrables se repitan…
Rememorémosles a través de estas líneas del extraordinario historiador Julián Chaves, la historia, luz de la verdad, decía Cicerón: Las detenciones de individuos sospechosos se multiplicaron, estando acompañadas, por lo general, de fuertes palizas. El día 19 de Julio hubo 19 detenciones, una de las cuales fue la de Julio Durán. El vecindario, aterrorizado por lo que estaba sucediendo, se refugió en sus domicilios, abandonándolos sólo para asuntos ineludibles. Ciertamente no era para menos. Horas después de descargar sus bombas los aviones republicanos, con la más absoluta impunidad fueron fusilados seis vecinos, alguno de ellos, como detallaremos a continuación, en el mismo casco urbano, provocando acciones de pánico entre una población que había asistido atónita al bombardeo y que ahora observaba con no menos asombro cómo se fusilaba a personas cerca de sus casas. Era el terror lo que trataban de infundir, por eso procuraban que los vecinos lo presenciaran y les sirviera de escarmiento…
Al cenetista Nicolás Benavente Velas, labrador de profesión, le detuvieron los falangistas locales el mismo día 17 (de agosto) cuando trabajaba en las tareas agrícolas. Se lo llevaron al sitio conocido por «Los Pinos», en el extrarradio, entonces, de Plasencia, donde le fusilaron. Dejó mujer y dos hijos.
El socialista Pedro Rabazo Sánchez, jornalero de profesión, fue diputado provincial durante los primeros años de la República y secretario del comité de Juventudes Socialistas, desarrollando una ingente actividad política en la etapa de Frente Popular desde su cargo de concejal del Ayuntamiento. Al parecer se encontraba enfermo en su domicilio poco después del bombardeo. Llevándoselo hasta el puente sobre el arroyo «Niebla» donde lo pasaron por las armas.
Finalizamos nuestro relato sobre la jornada del 17 de agosto, con cuatro casos de muerte en las mismas calles de Plasencia. Dos de las víctimas fueron José Parazón López y Francisco Cachorro Sánchez, de profesión carpintero y mecánico, respectivamente, a quienes los ejecutaron en el barrio Alto de San Juan, cerca de la placentina Puerta Talavera.
Otra la del socialista, zapatero de profesión, Galán Hernández, a quien detuvieron en las primeras horas de la tarde un grupo de falangistas, fusilándole en la calleja de las Escuelas Graduadas, muy cerca del lugar del aceite. Sus últimos momentos tuvieron un testigo de excepción, Severiano Caldera, topo placentino, que lo describió así: «Hoy, sobre las tres de la tarde, desde mi ventana oigo gritar a un chico que va con los brazos en alto y llorando. Va custodiado por falangistas armados, uno de los cuales dice: "No te preocupes que no te va a pasar nada". Este muchacho, Francisco Galán, pertenece a la Sociedad de Trabajadores de la Tierra, pero es un simple afiliado, sin cargos de responsabilidad en el partido. Pasados unos treinta metros escucho repiqueteo de un fusil: le han fusilado».
Y sigue la tragedia: La última defunción de ese día correspondió a Teodora Velasco Durán, de 14 años de edad. Sucedió cuando llevaba alimentos a un familiar que se encontraba recluido en la cárcel (su hermano, Victoriano Velasco Durán, ingresado en prisión el día 21 de julio de 1936). Uno de los vigilantes disparó contra ella, causándole la muerte instantánea. Teodora constituyó una víctima más de la barbarie que asoló en este día a la ciudadanía placentina, protagonizada por unos hombres, falangistas sobre todo, que mostraban de esta forma su irritación por el bombardeo.
Pero lo peor quedaba por llegar desgraciadamente: El 19 de agosto se produjeron nuevas ejecuciones de republicanos. En este caso, los tres placentinos afectados, Julio Durán Pérez, Consuelo Alonso Elizo y Joaquín Rosado Álvarez de Sotomayor, habían tenido gran protagonismo durante la etapa republicana. El primero de ellos, Julio Durán, fue alcalde de Plasencia entre 1931 y 1933, estando considerado como uno de los dirigentes socialistas comarcales más destacados. Consuelo Alonso, comerciante, militaba en Izquierda Republicana desde su constitución en 1934 [antes había pertenecido al Partido Radical Socialista de Marcelino Domingo, cofundador con Manuel Azaña de Acción Republicana, cuyo máximo exponente en nuestra ciudad era Modesto Durán, de Izquierda Republicana], ocupando varios cargos de carácter local en esa organización.
Joaquín Rosado Álvarez de Sotomayor, era director del Laboratorio Municipal y dirigente socialista. Los dos primeros ingresaron en el depósito municipal el mismo día en que los insurgentes controlaron Plasencia, y Joaquín al día siguiente. Permanecieron en prisión por espacio de un mes, siendo durante ese tiempo visitados por sus familiares que les facilitaban alimentos. El 19 de agosto, al presentarse éstos en la cárcel, los funcionarios les indicaron que no se encontraban allí. El temor y la angustia se apoderaron de ellos, tratando por todos los medios a su alcance de averiguar su paradero. Pronto lo supieron. Habían sido sacados del recinto carcelario de madrugada junto a otros tres prisioneros más: Pedro Mirón García y Eleuterio González Tabernero, vecinos de Malpartida de Plasencia, y Abelardo Montero Muriel, médico de Garganta la Olla. A los seis los montaron en una camioneta, marchando detrás un automóvil ocupado por destacados falangistas placentinos. La expedición se detuvo a la altura del término municipal de la Oliva de Plasencia, concretamente en la finca de El Almendral, donde bajaron a los detenidos, fusilándolos.
En la jornada siguiente a esas muertes, nuevamente tendremos noticias de otro caso de fusilamiento. Se trata de un individuo no identificado —desconocido según consta en el Acta de Defunción— cuyo cadáver se encontró en el kilómetro tres de la carretera de Plasencia-Barco de Ávila… Bien pudiera ser el de Eloy Muñoz Prieto de Barrado, nunca se supo nada de él….
Otra persona significativa sacrificada por las huestes falangistas fue Casimiro Sánchez Núñez, Alcalde excelente de Barrado, que fue muerto trágicamente, por procedimientos inhumanos, inconcebibles para cualquier ser humano, el día 25 de Octubre de 1936, y enterrado en sitio ignoto y aún no descubierto…
Al lado del Cementerio, es sus tapias, se excavó una fosa donde recibieron sepultura…, es un decir porque los lanzaban como "saco de patatas", a cerca de 80 personas, los placentinos señalados de antemano y otros de pueblos limítrofes…
Como "rojos" malditos no eran "dignos" de ser enterrados en el Cementerio que Franco "hizo" religioso, la República los había declarado "racionalmente" laicos, y la Iglesia inmisericorde aceptó, siempre propensa a hacer "una labor proterva y demoníaca, consistente en defender la falsedad en defender la injuria, defender la calumnia, emponzoñando de esta suerte las conciencias y desmedrando la potencia heroica moral del individuo español".
…Y no quiero olvidarme de Alejandro Sánchez Zancas, intelectual placentino, cuyos artículos extraordinarios se pueden ver en el Avance, periódico placentino, y otros nacionales, y cuya hija Pilar no ha cejado en su empeño en descubrir cómo fue su muerte y, por supuesto, dónde fue enterrado… Otro fue Raimundo Lorenzo Pico, también concejal, y conserje de la Plaza de Abastos……
Y fuera de las fronteras extremeñas encontramos a Joaquín Bravo Lucena, perteneciente a Izquierda Republicana, miembro de una saga de otros tres hermanos, Rafael, que fue concejal del ayuntamiento placentino por el Partido Socialista, encarcelado el 20 de julio de 1936, junto a sus otros dos hermanos, Doroteo y Enrique, que tuvo peor suerte y fue encarcelado en el penal inhumano de Valdenoceda, donde murió como la mayoría de una forma trágica el 13 de Noviembre de 1942.
… Y quiero hacer un recuerdo emocionado de Nicolás Benavente que ayudó a dignificarlos enterrándolos en una fosa dentro del Cementerio…..
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