Vozpópuli 11/4/13
Pocas cosas de entre la avalancha de rumores, noticias y
escándalos que rodean a La Zarzuela han alterado tanto el pulso del rey
Juan Carlos como el reconocimiento de que Letizia Ortiz, hoy Princesa de
Asturias, se sometió a un aborto antes de conocer al Felipe de Borbón,
episodio no completamente desconocido, cierto, pero que ha rebrotado con fuerza a raíz de la publicación del libro Adiós, Princesa (editorial FOCA, 2013), obra de David Rocasolano,
primo carnal de Letizia y en otro tiempo su confidente y amigo, libro
del que este diario realizó un adelanto los pasados 6 y 8 de abril.
Porque se trata de un asunto, el de ese aborto, ciertamente
peliagudo para alguien que podría ser un día no lejano reina de España.
Es cierto que la sociedad española ha dado un giro copernicano en las
últimas décadas en relación a temas que, como éste, tienen que ver con
cuestiones relativas a la moral e incluso a las enseñanzas de la Iglesia
Católica, aún ampliamente mayoritaria en el país. Siendo ello cierto,
también lo es que para grandes capas de esa misma sociedad, capas de la
derecha conservadora, la confirmación de que su futura reina se sometió
en su día a un aborto es un asunto entre delicado y escandaloso, como
poco, para muchos inaceptable.
Razón por la cual el entorno de La Zarzuela se ha
movilizado tras la publicación del adelanto en este diario y la propia
aparición del libro (este pasado lunes) para tratar de minimizar los
“daños” que sobre la imagen de la Princesa de Asturias podrían
significar la discusión a tumba abierta del tema del aborto en programas
del tipo Sálvame o su versión de Luxe, presentes en
la parrilla de Telecinco, por ejemplo, por no hablar de otros de
parecido porte, si bien más moderados, en Antena3 e incluso en TVE los
fines de semana (el programa Corazón).
Aseguran los mentideros que el Rey, cuyas relaciones con
Letizia más que frías son gélidas como es sabido, se ha involucrado
directamente en este asunto, al punto de haber hablado personalmente con
alguno de los grandes patronos de las cadenas en cuestión, para
pedirles que evitaran por todos los medios que el aborto de Letizia se
convirtiera en motivo de discusión en los reality shows de las distintas
cadenas. El envite no es menor: lanzar tan morboso tema como carnaza de
discusión en ese tipo de programas podría significar un daño añadido
tan grande a la imagen de los Príncipes de Asturias como para
imposibilitar un día su acceso al trono. Y las cadenas, de momento,
están cumpliendo escrupulosamente el encargo.
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