El mando 3325 del «caso Cabacas» |
El 21 de junio de 1995, cuando familiares y allegados de Joxi Zabala y
Josean Lasa trataban de enterrar sus restos, la Ertzaintza cargó dentro
del cementerio de Tolosa, causando varios heridos. ETB ofreció imágenes
que conmocionaron a buena parte de la ciudadanía vasca.
El hermano de Josean Lasa describió así los hechos: «Nos disponíamos a poner unas flores encima de los féretros y, a la voz de `cargar, cargar', el mando de la Ertzaintza creó una situación que no tiene ninguna explicación. Describir lo que pasó en aquel momento... se me pone un nudo en la garganta. Ver las coronas por los aires, los familiares por los suelos, la gente llorando, los golpes... la verdad es que describir todo ese dolor es muy difícil».
Ese mando que en 1995 grita «cargar, cargar» en el cementerio de Tolosa, que viste de paisano con un jersey negro y gafas de sol, ha sido ahora reconocido, -a raíz de las informaciones ofrecidas por este diario sobre el operativo en el que mataron a Iñigo Cabacas- como el ertzaina con número profesional 3325, y que era uno de los dos máximos responsables del dispositivo del 5 de abril de 2012 en la zona del callejón María Díaz de Haro.
Se trata del mando que el entonces jefe de la Ertzaintza, Antonio Varela, señala en su comparecencia en el Parlamento como el número dos de Jorge Aldekoa en la comisaría de Bilbo. Según relató Varela a los parlamentarios, «el segundo suyo, que estaba allí también y que se desplazó inmediatamente al lugar de los incidentes, es una persona que ha sido subjefe de la Brigada Móvil, precisamente, un profesional con muchos años de experiencia».
En las declaraciones judiciales de varios de los ertzainas que participaron en la carga que hirió mortalmente de un pelotazo en la cabeza a Iñigo Cabacas, se da cuenta de la presencia en la zona, vestido de paisano, de un mando al que todos atribuyen mucho poder.
La Audiencia Provincial de Gipuzkoa acabó archivando la denuncia presentada por los familiares de Lasa y Zabala. Según la juez, la carga fue «desde todo punto de vista justificada». Y dictó que comenzó cuando una persona trató de arrebatar el arma a uno de los ertzainas.
Esta era la versión que el Departamento de Interior, que entonces dirigía Juan María Atutxa, puso en circulación al día siguiente de que se produjeran los hechos. Sin embargo, en la comparecencia parlamentaria del 28 de junio de 1995, el viceconsejero de Seguridad, José Manuel Martiarena, señala que los golpes comienzan antes, cuando el mando, el agente 3325, se ve rodeado de familiares que intentan sacar los féretros de los coches fúnebres sin su consentimiento.
El abogado de la familia, Iñigo Iruin, rebatió también esa secuencia. El mando llegó corriendo cuando ya se estaban sacando los féretros, ordenando cerrar los coches. La familia no se lo podía creer. Fue en ese momento de tensión cuando gritó por tres veces, «carguen, carguen, carguen», según Iruin.
De la investigación interna que prometió el consejero Juan María Atutxa, tampoco se supo nada con posterioridad.
El hermano de Josean Lasa describió así los hechos: «Nos disponíamos a poner unas flores encima de los féretros y, a la voz de `cargar, cargar', el mando de la Ertzaintza creó una situación que no tiene ninguna explicación. Describir lo que pasó en aquel momento... se me pone un nudo en la garganta. Ver las coronas por los aires, los familiares por los suelos, la gente llorando, los golpes... la verdad es que describir todo ese dolor es muy difícil».
Ese mando que en 1995 grita «cargar, cargar» en el cementerio de Tolosa, que viste de paisano con un jersey negro y gafas de sol, ha sido ahora reconocido, -a raíz de las informaciones ofrecidas por este diario sobre el operativo en el que mataron a Iñigo Cabacas- como el ertzaina con número profesional 3325, y que era uno de los dos máximos responsables del dispositivo del 5 de abril de 2012 en la zona del callejón María Díaz de Haro.
Se trata del mando que el entonces jefe de la Ertzaintza, Antonio Varela, señala en su comparecencia en el Parlamento como el número dos de Jorge Aldekoa en la comisaría de Bilbo. Según relató Varela a los parlamentarios, «el segundo suyo, que estaba allí también y que se desplazó inmediatamente al lugar de los incidentes, es una persona que ha sido subjefe de la Brigada Móvil, precisamente, un profesional con muchos años de experiencia».
En las declaraciones judiciales de varios de los ertzainas que participaron en la carga que hirió mortalmente de un pelotazo en la cabeza a Iñigo Cabacas, se da cuenta de la presencia en la zona, vestido de paisano, de un mando al que todos atribuyen mucho poder.
Actuación «adecuada»
La carga de la Ertzaintza en el cementerio de Tolosa está grabada en
la memoria de muchos de quienes en aquella época tenían uso de razón.
Sin embargo, nunca tuvo ningún reproche ni penal ni disciplinario.La Audiencia Provincial de Gipuzkoa acabó archivando la denuncia presentada por los familiares de Lasa y Zabala. Según la juez, la carga fue «desde todo punto de vista justificada». Y dictó que comenzó cuando una persona trató de arrebatar el arma a uno de los ertzainas.
Esta era la versión que el Departamento de Interior, que entonces dirigía Juan María Atutxa, puso en circulación al día siguiente de que se produjeran los hechos. Sin embargo, en la comparecencia parlamentaria del 28 de junio de 1995, el viceconsejero de Seguridad, José Manuel Martiarena, señala que los golpes comienzan antes, cuando el mando, el agente 3325, se ve rodeado de familiares que intentan sacar los féretros de los coches fúnebres sin su consentimiento.
El abogado de la familia, Iñigo Iruin, rebatió también esa secuencia. El mando llegó corriendo cuando ya se estaban sacando los féretros, ordenando cerrar los coches. La familia no se lo podía creer. Fue en ese momento de tensión cuando gritó por tres veces, «carguen, carguen, carguen», según Iruin.
De la investigación interna que prometió el consejero Juan María Atutxa, tampoco se supo nada con posterioridad.
Aldekoa también esquivó responsabilidades en 2002
El recién nombrado máximo jefe de la Ertzaintza, Jorge Aldekoa,
«nagusi» de la Comisaría de Bilbo cuando mataron a Iñigo Cabacas,
también tuvo un papel protagonista en otra de las cargas de la
Ertzaintza que será largamente recordada. Se trata de la intervención
policial contra la multitudinaria manifestación convocada el 14 de
setiembre de 2002 en Bilbo, en la que la Ertzaintza intervino causando
diversos heridos y en la que la multitud respondió sentándose en el
suelo para evitar ser dispersada. Ni el uso de tanquetas con cañones de
agua la movió.
Aldekoa era entonces el jefe territorial de la Ertzaintza de Bizkaia,
y aquel 14 de setiembre formó, en calidad de «responsable policial más
alto», una «mesa de crisis» junto a los «responsables políticos con
mando directo», que eran el viceconsejero de Seguridad, Mikel Legarda, y
el director de Seguridad Ciudadana, Jon Uriarte. Según consta, las
funciones de esa «mesa de crisis» eran «ir tomando decisiones,
planificar dispositivos `in situ' y supervisar su ejecución».
Sin embargo, en una cadena de hechos que recuerda mucho a las
exculpaciones que ahora se están realizando desde el Gobierno sobre el
papel de Jorge Aldekoa en el dispositivo que acabó con la vida de
Cabacas, los tres integrantes de la «mesa de crisis» declararon en su
día ante el juez que ni se les pidió permiso ni dieron la orden de
cargar contra la multitud. Tampoco saben con certeza lo que ocurrió,
porque habían perdido la visión del lugar que les proporcionaba el
helicóptero, que justo en el momento más determinante de la tarde tuvo
que ir a repostar. La responsabilidad la dirigieron hacia los mandos que
estaban frente a la manifestación.
Algunos de los heridos interpusieron denuncia por las lesiones
padecidas. Aunque la vía penal fue archivada hasta en tres ocasiones, en
la última de ellas se reconoció la responsabilidad de la Ertzaintza,
aunque no se pudo identificar a los agentes. Por vía administrativa, el
TSJPV ordenó indemnizar a dos personas que perdieron un ojo y un
testículo por sendos pelotazos. I.I.
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