R. Solís para Paralelo36
Para la posmodernidad, la verdad no existe. Se sitúa
equidistantemente entre las víctimas y los verdugos. Tampoco tiene
memoria, porque en la memoria está la verdad. Los posmodernos están en
contra de la memoria histórica que reclama dignidad para las víctimas
del Franquismo, se amparan en la ley del 50 por ciento que dice que
“todos mataron”, aunque fueron los republicanos los que sufrieron 40
años de torturas y asesinatos mientras sus verdugos eran homenajeados
con honores de Estado.
A la posmodernidad no le importa la Historia, donde está la verdad y
residen las vergüenzas. Por eso se atreven a negar el holocausto nazi o
que las mujeres son víctimas del machismo que las mata, sin el menor
rubor intelectual. El relativismo moral no se cuestiona lo que hiere la
conciencia, nunca hay buenos ni malos y acudir a la Historia es un
ejercicio intelectual demasiado anacrónico y antiguo para una ideología
que rechaza la memoria por sistema.
Andalucía está enferma de posmodernidad: sin verdad, sin Historia,
sin identidad y sin justicia. Los andaluces no conocen su historia, su
identidad ha sido moldeada por los conquistadores hasta conseguir que
las víctimas aplaudan a sus castigadores con más alborozo que los mismos
conquistadores.
España es la madrastra de Andalucía, la que le ha negado el
desarrollo, la que expulsó su riqueza cultural y religiosa, la que la
insulta y desprecia con todas sus ganas, pero Andalucía regala a España
todo su potencial cultural. Lo español no es andaluz, pero todo lo
andaluz es español.
Lorca no es un poeta andaluz, es español; el flamenco no es cultura
andaluza; es lo que se usa para exportar la cultura española; la copla
andaluza es canción española; muchas construcciones andalusíes son
puentes romanos; la conquista castellana y católica (son indisolubles)
se ha llamado reconquista y los andaluces sólo habitan Andalucía después
de que llegaran los Reyes Católicos, antes eran moros o judíos, no
andaluces.
La posmodernidad es demencia senil voluntaria, no clínica, y es la
causante de que los granadinos celebren cada 2 de enero la Toma de
Granada, olvidando que están aplaudiendo la matanza y persecución de los
granadinos de hace 500 años. Aquellos moros eran granadinos y forman
parte del árbol genealógico de los actuales habitantes de Granada y
Andalucía.
Ningún pueblo celebra festivamente su invasión y, mucho menos, la
aniquilación de su identidad cultural. En Andalucía le ponen alfombra
roja a un genocidio que la posmodernidad se niega a reconocer. Polonia
fue invadida por los nazis entre septiembre y octubre de 1939. Tras la
invasión vino el exterminio, la persecución de la diferencia y los
asesinatos y expulsiones en masa; los polacos no celebran la invasión
nazi, conmemoran la efeméride para no amputar la memoria y recordar que
hubo víctimas y verdugos.
El 2 de enero de 1492, los Reyes Católicos invadieron Granada y nació
el Estado español moderno (curiosa acepción de la modernidad). Tras la
conquista católica, los asesinatos, expulsiones y exterminio de las
diferencias religiosa y cultural fue idéntico a la represión sufrida por
los polacos a manos de los nazis. Los granadinos celebran (con honores
institucionales incluidos) la invasión de su cuidad a manos de quienes
persiguieron a los granadinos de hace 500 años. Las víctimas vitoreando a
sus verdugos. Memoria histórica a la inversa: negación de la verdadera
historia para poder moldear la identidad de los conquistados.
Como andaluz, me avergüenza que el sistema democrático, que debiera
representarme y exaltar la tolerancia y respeto a la diversidad cultural, permita la exaltación de valores xenófobos,
contrarios a la convivencia, y la llegada de organizaciones
ultraderechistas que españolizan aniquilando la memoria colectiva de mi
pueblo, que es capaz hasta de jalear a sus propios verdugos.
Fueron los granadinos quienes construyeron la Alhambra de Granada,
sevillanos quienes levantaron el Alcázar de Sevilla o cordobeses quienes
pusieron en pie la Mezquita de Córdoba. Porque, aunque no nos lo hayan
explicado nunca en el colegio, no eran moros quienes habitaban Granada
en 1492, eran granadinos, andaluces de distintas confesiones religiosas
que fueron obligados a huir de un Estado que nació eliminando y
persiguiendo la diversidad cultural, territorial y religiosa. Andalucía
no fue reconquistada, fue conquistada. No a la Toma. No en mi nombre.
iversidad
cultural, permita la exaltación de valores xenófobos, contrarios a la
convivencia, y la llegada de organizaciones ultraderechistas que
españolizan aniquilando la memoria colectiva de mi pueblo, que es capaz
hasta de jalear a sus propios verdugos.
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