La obra 'Los mitos del 18 de julio' repasa las leyendas sobre la
República y la Guerra Civil construidas ya en la misma contienda por los
golpistas y rejuvenecidas en democracia por sus herederos naturales
que culminaron en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de
Historia.
Memoria Pública - Alejandro Torrús - Madrid
23/03/2013
Llegó la hora de la respuesta, de “dejar las cosas claras respecto al origen inmediato de la guerra civil” y contrarrestar el revisionismo de derechas que descalifca la República para legitimar la rebelión de militar de 1936. Todo
comenzó en la primavera de 2011 cuando la Real Academia de Historia
(RAH) sorprendió con la publicación de los primeros volúmenes del
Diccionario Biográfico Español. Los mitos y leyendas construidos
durante los años posteriores a la Guerra Civil por los golpistas y
rejuvenecidos por parte de la derecha española durante la democracia se
disfrazaron de verdad absoluta bajo el manto de la RAH a cargo de los
Presupuestos Generales del Estado (6,4 millones de euros). Más que un
diccionario, la obra pareció una burla de proporciones históricas.
En
tal diccionario nunca se definió a Franco como un dictador y sí como un
“valeroso militar” y el franquismo fue calificado de “autoritario, pero
no totalitario". El golpe de Estado del 18 de julio fue denominado
“alzamiento” y la Guerra Civil fue sustituida a menudo por otros
términos como “cruzada” o "guerra de liberación". Pero el revisionismo fue aun más lejos. A
la salvaje represión ocurrida en Badajoz tras ser conquistada por los
franquistas se la denominó "normalizar la vida ciudadana". En definitiva, todo un panfleto digno de ser firmado por el mismísimo Fraga durante sus años como ministro de Información
La historiografía española, agraviada ante el despropósito financiado
por el erario público, se puso desde el primer momento manos a la obra
para desmontar las afirmaciones y falacias que el diccionario vierte. En
abril vio la luz En el combate por la historia (Editorial Pasado y presente) y esta semana ha llegado a las librerías Los mitos del 18 de julio (Crítica), “uno de los mayores y más completos esfuerzos de demolición de ciertas interpretaciones sobre el golpe,
y la guerra civil que sobrevino a continuación”, según escribe en el
prólogo Francisco Sánchez Pérez, coordinador de la obra, en la que
también participan los historiadores Fernando Puell de la Villa, Julio
Aróstegui, Eduardo González Calleja, Hilari Raguer, Xosé M. Núñez
Seixas, Fernando Hernández Sánchez y José Luis Ledesma.
La obra
trata de sintetizar y esclarecer las razones que propiciaron que el
golpe de Estado se produjera exactamente el 18 de julio, el papel que
desarrollaron en la sublevación el cuerpo civil y militar, la idea
revolucionaria de las izquierdas y la contrarrevolucionaria de las
derechas, el peso de la defensa del catolicismo y de la nación entre los
sublevados, la presunta amenaza comunista y la realidad de la España de
1936. En definitiva, un libro que planta batalla al revisionismo de derechas que descalifica la República para legitimar la rebelión militar.
A modo de decálogo pueden enumerarse una lista de diez falsos mitos creados por el franquismo y sus herederos ideológicos con el propósito de justificar el golpe de Estado militar.
1. La II República no fue un desastre. “La República no fue un fracaso que conducía inexorablemente a una guerra” sino que fue “destruida por un golpe militar”
que, al contar con la connivencia de un país extranjero y no triunfar
en buena parte del país y en la capital, se encaminó automáticamente a
la guerra civil. La República fue una democracia de entreguerras de
nueva creación y como otras muchos democracias europeas de Europa tuvo
que lidiar por un lado con la derecha autoritaria, fascinada por la
experiencia fascista, y con la izquierda obrera que consideraba, de
manera habitual, que la democracia era incompatible con el capitalismo.
Durante los años de dictadura franquista, el régimen justificó el golpe de Estado por “el peligro comunista”.
Sin embargo, las justificaciones conservadores han ido evolucionando de
manera que es cada vez más habitual oír a los políticos de derechas
nombrar el supuesto fracaso de la República como causa directa y
sustancial de la guerra y nunca culpar de la misma el golpe de Estado
militar que degeneró en una guerra civil.
Como ejemplo sirve la entrevista que Manuel Fraga concedió a El País en 2007 en la que aseguró: “Pero los muertos amontonados son de una guerra civil en la que toda responsabilidad, toda, fue de los políticos de la II República. ¡Toda!”. En esta misma línea se manifestó Esperanza Aguirre en un artículo publicado recientemente en ABC en el que afirmó:
“La "II República fue un auténtico desastre para España y los españoles
(…). Muchos políticos republicanos utilizaron el régimen recién nacido
para intentar imponer sus proyectos y sus ideas -en algunos casos,
absolutamente totalitarias- a los demás, y que faltó generosidad y
patriotismo".
Las justificaciones de la guerra civil de la derecha
ya no son los rojos y marxistas sino los mismos políticos republicanos y
su escasa habilidad y operatividad.
2. El asesinato de Calvo Sotelo no precipitó nada.
El hecho de que el golpe de Estado se produjera el 18 de julio no tiene
nada que ver con el asesinato de Calvo Sotelo, que se produjo el día 13
de julio de 1936 y conocido el día 14. Su muerte, señala la obra “no precipitó nada” y “no tiene nada que ver”.
De
hecho, hubo un proyecto de atentado terrorista contra la vida de Azaña,
como respuesta al asesinato de Calvo Sotelo, que fue abortado por los
militares golpistas que se encontraban en la capital. “Prohibido terminantemente.
Todo está preparado en Madrid y eso podría echarlo a perder”, le dijo
el coronel Ortiz de Zárate a Eusebio Vegas Latapié, cabecilla del
proyecto.
3. La fecha del golpe dependía del apoyo fascista. La fecha de inicio del golpe está ligada a la promesa de intervención de la Italia
fascista de Mussolini, con la que los monárquicos, liderados por Calvo
Sotelo, suscribieron el día 1 de julio un acuerdo para la compra de una
“espectacular cantidad de material bélico de primer nivel”. Estos
contratos de venta de armas y promesa de intervención fueron firmados en
Roma por Pedro Sainz Rodríguez con el apoyo personal de Antonio
Goicoechea y “el más que probable conocimiento de Calvo Sotelo”.
De
hecho, la obra reproduce tales contratos, conseguidos por el
historiador Ángel Viñas, que hasta ahora estaban inéditos, a pesar de
encontrarse en archivos españoles, “quizá negligentemente olvidados o convenientemente evitados”, explica el coordinador Francisco Sánchez.
4. No existen las dos Españas destinadas a enfrentarse.
El hecho de que la ejecución del golpe de Estado dependiera de la
llegada del armamento italiano permite al historiador Ángel Viñas
desmontar otro mito repetido cientos de veces: la guerra civil no se produjo simplemente por cuestiones internas sino
que contó con la connivencia de la Italia fascista, sin la cual “aquel
golpe medio conseguido, medio fracasado” no se hubiese transformado en
una guerra civil.
La participación italiana no se produce, por tanto, una vez iniciada la contienda sino que su apoyo previo al golpe fue fundamental
para las esperanzas golpistas. Los contratos conseguidos por Viñas
muestran como Italia facilitó a España “más de 40 aviones, miles de
bombas, gasolina etilada, ametralladoras y proyectiles” sin los cuales
los militares sublevados no hubieran podido iniciar una guerra civil.
“Esta
tesis desbarata completamente la idea apocalíptica que ha acompañado
durante décadas, y que creó cuerpo historiográfico, de las dos Españas
destinadas a enfrentarse, del guerracivilismo como una realidad endémica
del país y en particular de que hubiese una guerra civil no declarada
dentro de la sociedad española en los años treinta”, escribe Sánchez.
5. Los civiles monárquicos jugaron un papel crucial.
El golpe del 18 de julio no solo fue obras de militares sino también de
civiles, en particular de los monárquicos de Calvo Sotelo, que tuvieron
un papel sustancial para que el golpe triunfase, y no meramente de
apoyo. “Sin la trama civil interna, en una palabra, los militares
golpistas quizá no hubiera tenido existo”, escribe Viñas.
La
importancia de los civiles radica en tres aspectos. En primer lugar, sin
el apoyo del partido alfonsino, Renovación Española liderado por Calvo
Sotelo, los golpistas probablemente nunca hubieran conseguido el apoyo armamentístico de la Italia fascista.
En segundo lugar, la trama civil, según argumenta Viñas, fue
fundamental para la preparación de la sublevación de Franco en los
términos exactos que este había diseñado para Canarias.
En tercer
y último lugar, la trama civil fue esencial para crear las condiciones
necesarias y suficientes para que pudiera florecer el movimiento
insurrecional. La responsabilidad, en este caso, recaía en políticos y
grupos de acción directa que debían conseguir “la deshumanización del
adversario político”, “la provocación sistemática de la izquierda” y el estímulo y excitación de los propios partidarios”.
6. La defensa de la Iglesia y del catolicismo no existió en el diseño y ejecución del golpe.
Entre las motivaciones alegadas por los militares en sus bandos de
guerra iniciales de julio de 1936 (incluido el del propio Franco) no se
cita ni una sola vez la recurrente “persecución religiosa”
ni tampoco hay clérigos entre los conspiradores. “Nadie se creía en
julio de 1936 que los militares rebeldes comenzasen semejantes
fusilamientos masivos en defensa de la religión”, opina Sánchez.
No fue hasta bastantes días después cuando la propaganda de los
rebeldes utiliza la defensa de la religión para justificar la guerra
civil. Otra cosa es la postura de la mayoría de los obispos, que
apoyaron el golpe casi de inmediato, ofreciendo un respaldo ideológico
formidable motivados, en su mayoría, por la defensa de sus privilegios casi feudales.
Los obispos españoles fueron los encargados de bautizar a la guerra
como cruzada, pero cabe recordar que ningún papa utilizado el término
cruzada para referirse a la guerra civil.
Mucho más que la
religión, la justificación invocada por los golpistas era la amenaza de
la revolución comunista y la de defensa de la nación española frente a
los separatismos. La defensa de la religión no se sitúa en el mismo
escalón que la defensa de la patria hasta el 8 de septiembre cuando fue publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Defensa de Burgos.
7. No había ninguna revolución comunista en marcha.
Durante 39 años de dictadura franquista, el régimen señaló
repetidamente que la sublevación militar fue la respuesta aun inminente
levantamiento comunista. El anticomunismo sirvió a Franco para legitimar la insurrección contra el gobierno legítimo, presentándola como una contrarrevolución preventiva.
Basta
para desmentir estas teorías conspiratorias la propia declaración del
entonces embajador estadounidense, Claude Bowers, que recoge la obra: “A
aquellos que fuera de España después tuvieron que escuchar con
machacona insistencia la calumnia fascista de que la rebelión era para
impedir una revolución comunista, puede sorprenderles saber que durante
tres años y medio nuca oí semejante sugestión de nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban confidencialmente de un golpe de Estado militar”.
Los
motivos que llevaron a la sublevación a los militares fue frenar en
seco las reformas progresistas, y democráticas, diseñadas en el primer
bienio de la II República. Es decir, la reforma agraria, los estatutos
de autonomía y la reforma militar. De hecho, a pesar de la existencia
de muchos discursos revolucionarios en la España de los 30, no solo
obreros sino también burgueses, ninguna organización republicana u obrera se puso manos a la obra para subvertir el orden constitucional en la primavera de 1936.
8. El golpe de Estado militar sí que prevé un plan de conquista del poder y de la guerra.
Las derechas contrarrevolucionarias o antiliberales y ciertos sectores
militares sí se pusieron manos a la obra para subvertir el orden
constitucional y recabaron con éxito la intervención internacional de la
Italia fascista antes del golpe, es decir, hicieron todo aquello de lo que acusaban falsamente a la izquierda republicana y obrera.
Prueba de ellos son los contratos anteriormente mencionados; los planes
de Mola que hacían referencia a una sublevación “sangrienta” que debía
llevar a las tropas desde el extrarradio de la península a Madrid, ya
que como predijo el propio militar: el golpe fracasaría en Madrid y
Barcelona.
9. En la primavera de 1936 no existía el terror rojo.
“No había ninguna dinámica de exterminio ni liquidación de los enemigos
de clase que pudiera continuarse después del 18 de julio, es decir, no se asesinaba a las gentes de orden”.
Para demostrar esta afirmación y desmontar el mito del terror rojo en
la primavera del '36, el coordinador de la obra Francisco Sánchez
recurre a los datos. El número de empresarios y propietarios que fueron
asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es ínfimo y el de
religiosos inexistente. “Por lo que sabemos murieron más empresarios
entre 1919 y 1923 en toda España que en la primavera de 1936”, asegura
Sánchez, quien añade que en 1923 fue asesinado un arzobispo y un
cardenal (Soldevila). “Lo que no ocurrió en toda la República”,
sentencia.
10. La URSS o la Komintern no planeaban ninguna intervención en España.
La Unión Soviética, en contacto directo con el PCE, no tenía previsto
una intervención revolucionaria en España. De hecho, en ningún lugar de
Europa entre 1918 y 1939 triunfó ninguna revolución obrera ni hubo ninguna “expansión comunista”, pues el comunismo “no puedo o no supo salir de la URSS”.
Las
pruebas que en este sentido ofrecieron los conspiradores fueron una
serie de documentos cuya autoría se desconoce a “ciencia cierta”, pero
que “diversos indicios permiten endosárselas al propio Mola”.
Estos documentos venían a señalar el inicio de una revolución soviética
en el verano del '36. No obstante, una vez iniciada la guerra, esos
documentos que habían sido el hazmerreír de muchos cuando se hicieron
públicos, se transformaron en una de las principales herramientas
propagandísticas del bando franquista. “Y sorprendentemente, todavía hoy
continúan siendo esgrimidos por algunos para justificar la rebelión
militar”, sentencia Sánchez.
No hay comentarios :
Publicar un comentario