Luz de Levante 14/12/12
Un reciente ensayo de Máximo Relti,
recuperado por Canarias-Semanal, pone en evidencia la genealogía política del
Mariano Rajoy, nieto de un político oportunista y un magistrado altamente
corrupto que hizo larga carrera en el franquismo. Producto elaborado de la
doctrina racial de la dictadura y las castas dominantes de la España
conservadora, el proyecto de choque contra los derechos sociales es parte
natural de su ideología.
El pensamiento ideológico fascista de
Mariano Rajoy, contado por él mismo
Máximo Relti
No son pocos los que en el Estado Español tienen
una visión “moderada” de la personalidad política de Mariano Rajoy. Esa imagen
no es casual. Ha sido el propio Rajoy quien en el curso de los últimos años ha
cultivado deliberadamente ante los medios de comunicación ese perfil,
esforzándose para que este encontrara un hueco en la opinión pública. Para ello,
por ejemplo, ha resaltado allí donde se le ha presentado la oportunidad el
hecho de que su abuelo paterno fuera uno de los redactores del Estatuto
de Autonomía de Galicia, en 1932, y que, por esa razón, durante la
dictadura se le apartó de la docencia universitaria. Dicho de esta forma, podría
dar la sensación de que los ancestros del ultraconservador presidente del actual
gobierno español fueron radicales republicanos perseguidos por el
totalitarismo franquista. Nada más incierto. El abuelo ”disidente” de
Mariano Rajoy - Enrique Rajoy Leloup - fue un moderado galleguista monárquico,
que incluso durante los seis años que duró la República no dejó de militar en
las filas de los que defendían la causa de Alfonso XIII. Ni que decir tiene que
su concepción del ”nacionalismo gallego” no sobrepasaba un ápice las fronteras
de una visión escualidamente regionalista.
Lo que realmente ocurrió con el
abuelo ”antifranquista” de Rajoy es que durante los primeros años de la
dictadura las autoridades falangistas y militares de la época ni
siquiera podían soportar las veleidades localistas, sobre todo
si éstas se producían en el marco de cualquiera de las tres nacionalidades
históricas. Es decir,Cataluña, Euskadi y Galicia. Prueba de que el
abuelo ”liberal”de don Mariano no asustaba a los jerarcas del régimen fue que
Enrique Rajoy Leloup pudo en 1952 – todavía durante los años duros del
franquismo - recuperar el Decanato del Colegio de Abogados que había ocupado
hasta 1936. Tal oportunidad sólo se le ofrecía a aquellos que
mostraban absoluta fidelidad al Régimen de Franco.
El padre del presidente y el famoso caso
de Redondela.
Pero si Mariano Rajoy es muy elocuente a la hora
de hablar sobre su abuelo, es mucho más cauto, sin embargo, cuando se trata de
mencionar a su padre, Mariano Rajoy Sobredo. Un magistrado que
llegó a ser presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra en pleno
franquismo y que presidió el escandaloso juicio conocido como el ”Caso de
Redondela”. En el año 1972 se descubrió que habían desaparecido millones de
litros de aceite. El escándalo fue tan mayúsculo que hizo ineludible la
celebración de un juicio que duró hasta noviembre de 1974. En el curso del mismo
aparecieron implicados un número considerable de ciudadanos pertenecientes al
establishment franquista. El asunto, como solía suceder entonces, nunca se
llegó aclarar. Uno de los implicados directos, Isidro Suárez, murió en
la cárcel de Vigo en extrañas circunstancias. Otro implicado, José
Maria Romero, que previamente había destapado el ”affaire”, apareció muerto
también en su casa de Sevilla, junto a su padre, madre e hija, asesinados en su
domicilio. Uno de los principales accionistas del negocio era el mismísimo Nicolás Franco Bahamonde, el ”hermanísimo”del Caudillo.
El Presidente de aquel estéril Tribunal de
Justicia fue Mariano Rajoy Sobredo, padre del actual presidente del
gobierno. En este tenebroso asunto aparecieron implicados ministros y
ex-ministros de la dictadura y otras ”personalidades” que contaban con
trato preferentes en Ministerios, adjudicaciones gubernamentales y similares,
mecanismos de uso muy habitual durante el franquismo. El sumario sobre el
asunto se recogió en nada menos que 5.000 folios , que quedaron depositados en
la Audiencia Provincial de Pontevedra y que tiempo después se volatilizaron misteriosamente. ¿A
dónde fue a parar aquella cantidad ingente de testimonios documentales que
podrían haber proporcionado las claves de aquel negro asunto criminal después de
desaparecido el dictador? Las justificaciones oficiales fueron
endebles: hubo obras, reformas, no había espacio, el caso se había cerrado…
Aquel rompecabezas, con más de 3.000 piezas, se perdió para siempre. Y como
inexorablemente sucede en la historia de los dos últimos siglos de este país
cuando la culpa afecta a miembros destacados de las clases hegemónicas, los
datos terminan desapareciendo a través de las cloacas del Estado.
Así pues, las raíces ”democráticas” del
árbol gene-ideológico de Mariano Rajoy son una pura invención,
construida ex profeso con el propósito de proporcionar una
imagen”moderada”, ”centrada” del jefe del actual Ejecutivo
ultraconservador.
El pensamiento ideológico fascista de Mariano Rajoy
Existen, sin embargo, otras fuentes que no son
suceptibles de ser fácilmente falsificadas. Son aquellas que el propio Mariano
Rajoy dejó impresas a través de sus artículos y opiniones expresadas en la
prensa gallega, entre los años 1983 y 1984. En ellas el actual presidente del
gobierno expone con toda crudeza cuáles son sus ideas acerca de cómo debe
funcionar una sociedad, en qué deben consistir su jerarquías, cuál es el ”orden
natural” en el que los hombres y las cosas deben de estar colocadas.
Mariano Rajoy nació en 1955. Una vez que se
licenció en Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela inició la
preparación de oposiciones a registrador de la propiedad. En el año
1981 ingresa en el Partido Alianza Popular, de la mano del ex ministro de la
dictadura Manuel Fraga. Ese mismo año fue elegido diputado en las
primeras elecciones autonómicas gallegas. Un año después, en 1982, obtuvo el
acta de Concejal por el Ayuntamiento de Pontevedra. Y en junio del 83 fue
nombrado presidente de la diputación Provincial pontevedresa.
Precisamos estos datos porque los artículos a los
que nos vamos a referir, escritos por Rajoy, fueron publicados el el “Faro de
Vigo” entre 1983-1984. No son obra, pues, de un veleidoso jovenzuelo inestable
de escasa formación ideológica, sino que en aquellos años era ya un
hombre formado, de casi 30 años, presidente de una Diputación y destacado líder
regional de un partido de derechas.
Cuando en 1939 comenzó la Segunda Guerra
Mundial, muchos lamentaron no haber leído en los años precedentes al
acontecimiento bélico el Mein Kamf ,de Adolf Hitler. El tardío lamento estaba provocado
porque el Führer de la Alemania nazi había escrito con precisión en su obra
doctrinal, con casi 20 años de antelación, lo que luego iba a poner en práctica
en 1939.
Con todas las distancias y escenarios entre un
personaje y otro, en los dos artículos que reproducimos aquí de Mariano Rajoy,
éste indica con igual transparencia cuáles son sus concepciones acerca
de qué es lo que debe primar en la sociedad. De ambos escritos puede
deducirse cuál es el sentido que le está proporcionando a su actual política
económica, de su sumisa relación con las todopoderosas entidades financieras
europeas, así como la dimensión autoritaria de su política interior.
El Estado Español está viviendo la peor crisis
económica de su historia. Si las recetas que el presidente del Gabinete
ultraconservador español coinciden – y todo indica que es así – con los
preceptos ideológicos que este dejó plasmados en los dos artículos que escribió
hace más de 20 años en el Faro de Vigo, las perspectivas que se
avecinan no es necesario augurarlas. Mariano Rajoy las dejó descritas hace más
de dos décadas en los textos íntegros que ofrecemos a nuestros lectores.
Escojamos algunos párrafos ilustrativos. En el
artículo titulado ”Igualdad humana y modelos de sociedad”, escrito el 4 de marzo
de 1983, el hoy presidente del gobierno, en una glosa del libro de Luis Moure Mariño sobre ”La desigualdad humana”, dice:
“Ya en épocas remotas se afirmaba como verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre. Era un hecho objetivo que los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás… la igualdad biológica no es pues posible. Pero tampoco lo es la igualdad social: no es posible la igualdad del poder político (no hay sociedad sin jerarquía); tampoco la de la autoridad (¿sería posible equiparar la autoridad de todos los miembros de un mismo gremio, por ejemplo de todos los pintores cirujanos?); o de la actividad (el difícil imaginar un ejército el que todos fueran generales; o una universidad en la que todos fueran rectores)… Nadie tiene la misma oportunidad mental, histórica, ni nacional; no es igual nacer en los Estados Unidos que en la URSS… Para imponer tal igualdad habría que eliminar el poder político, lo que es imposible.
En el mismo artículo, el registrador de la
propiedad Mariano Rajoy puntualiza algunos aspectos especialmente interesantes
si se tiene en cuenta el carácter de su actual política económica:
”La experiencia ha demostrado de modo irrefragable que la gestión estatal es menos eficaz que la privada. ¿Qué sentido tienen pues las nacionalizaciones? Principalmente el de desposeer – vid. RUMASA -, o sea, el de satisfacer la envidia igualitaria. También es un hecho que la inversión particular es mucho más rentable no subsidiaria.- Entonces ¿por qué se insiste en incrementar la participación estatal en la economía? En gran medida, para despersonalizar la propiedad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria. Es evidente que la mayor parte del gasto público no crea capital social, sino que se destina al consumo. ¿Por qué, entonces, arrebatar con una fiscalidad creciente a la inversión privada fracciones cada vez mayores de sus ahorros? También para que no haya ricos para satisfacer la envidia igualitaria. Lo justo es cada ciudadano tribute en proporción a sus rentas. ¿Por qué, mediante la imposición progresiva, se hace pagar a unos hasta un porcentaje diez veces superior al de otros por la misma cantidad de Ingresos? Para penalizar la superior capacidad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria. Lo equitativo es que las remuneraciones sean proporcionales a los rendimientos. En tal caso ¿por qué se insiste en aproximar los salarios? Para que nadie gane más que otro y, de este modo, satisfacer la envidia igualitaria”.
El lector podrá descubrir en los enlaces que les
ofrecemos el resto de estas dos piezas del pensamiento reaccionario
contemporáneo, que no tienen desperdicio.
No hay comentarios :
Publicar un comentario