En febrero de 1937, un centenar de soldados vascos murió a manos de las tropas franquistas en la localidad asturiana de Areces. Durante más de siete décadas sus restos han permanecido en una fosa común. En 2008 se recuperó el cadáver de su comandante, Cándido Saseta. Ahora, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia han puesto en marcha una iniciativa para desenterrar, identificar, repatriar y homenajear el resto de los cuerpos.
Gara 27/12/12 Imanol Intziarte
A finales de febrero de 1937, varios batallones de combatientes vascos luchaban en Asturias frente a las tropas golpistas del general Francisco Franco. Muchos perdieron la vida en la localidad de Areces. Entre ellos el comandante del Euzko Gudarostea, Cándido Saseta.
Se calcula que en torno a un centenar de hombres fueron enterrados allí en una fosa común, en un paraje denominado El Pradón de los Vascos. Según relató un testigo, entre 20 y 30 murieron en combate, mientras que el resto resultó herido y fue ejecutado posteriormente, en la mayoría de los casos a golpe de bayoneta.
Los restos de Saseta fueron recuperados y trasladados a su localidad natal, Hondarribia, en abril del año 2008. Ahora, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia han unido sus fuerzas para que el resto de los cuerpos sean desenterrados e identificados.
La mayoría de los fallecidos eran guipuzcoanos, y de ellos una veintena donostiarras. La iniciativa parte del Consistorio de la capital y se enmarca dentro de un proyecto destinado a la recuperación de la memoria histórica sobre las vulneraciones de los derechos humanos ocurridas durante la guerra de 1936 y durante el franquismo.
Fruto de ello han sido las dos exposiciones celebradas hasta la fecha, una sobre el bombardeo de Gernika y Durango y otra sobre la cárcel de Ondarreta, complementada esta última con la colocación de un monolito conmemorativo junto a la playa.
Otra iniciativa ha sido la publicación del libro «Cine y Guerra Civil en el País Vasco», mientras que entre los próximos proyectos está realizar una investigación en torno a los empleados del Ayuntamiento de Donostia que fueron represaliados durante los primeros años del franquismo.
En el caso de Areces, se prevé un gasto de 45.000 euros, de los cuales 24.000 euros los aportará la Diputación y el resto el Ayuntamiento. Además, la institución foral va a conceder una ayuda de 50.000 euros para el resto de iniciativas.
Inicio en febrero
Marina Bidasoro, directora de Derechos Humanos y Memoria Histórica, explicó que ya se han puesto en contacto con el Departamento de Cultura del Gobierno de Asturias, con el Ayuntamiento de Areces y con el propietario del terreno en el que se enterraron los cuerpos, por lo que se calcula que en febrero podrían comenzar los primeros trabajos de movimientos de tierra.
Una vez recuperados e identificados los restos se trasladarían a Euskal Herria, donde serían homenajeados junto con familiares y asociaciones vinculadas a ellos. La mayoría de los fallecidos pertenecían a EAE-ANV, si bien se ha hablado asimismo con otros colectivos como el PNV, la fundación Sabino Arana, la CNT o el Partido Comunista.
«Al igual que escondieron bajo tierra los cuerpos de Saseta y de sus gudaris para que no los encontraran, se ha querido esconder el período más doloroso y sangriento de nuestra historia a las siguientes generaciones. No se puede hacer una lectura justa y sincera de la realidad sin conocer la verdad. Y la verdad se nos ha escondido hasta ahora. Una gran parte de nuestra historia se ha escondido en los márgenes de los caminos», remarcó el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano.
«Todas las personas que dieron su vida por la libertad merecen que se conozca la verdad, además de que se haga justicia y reciban un reconocimiento», apostilló el alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre.
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